Estamos llegando a los diecisiete meses de que el virus SARS-CoV-2 fue identificado, hemos superado los tres millones de personas fallecidas por esta enfermedad. Aún se desconoce el origen, si fue creado en un laboratorio, o bien surgió de manera espontánea. Tampoco hay certeza del monto en dinero que han invertido los países para proteger a su población y evitar un mayor número de muertos. En el caso guatemalteco se han superado los Q30 mil millones de quetzales que el gobierno a podido gastar para contener los efectos en la población. Cada país ha gastado una muy buena cantidad de dinero, a este momento no tienen datos, será hasta el final de la pandemia que podremos contabilizar los gastos totales por país.
Sin embargo hay costos que aún no han sido cuantificados, y difícilmente podrán hacerse. Los fallecidos dejan un vacío en sus familias, el trabajo y sus amigos, pero también lo dejan en la sociedad.
Anteriormente se nos decía que podíamos ser sustituidos en el trabajo, en el equipo de futbol de los amigos, hasta en la familia, ahora podemos decir que esa idea siempre fue errónea. Cada ser humano tiene características que lo hacen especial e insustituible. Fuimos creados por una energía superior, todos diferentes, habrán rasgos que nos hace parecer similares, pero hay más que nos hacen especiales y únicos. Claro ejemplo de esa singularidad es la huella digital, a pesar de ser más de seis mil millones de personas en el mundo, hay una huella para cada una con rasgos totalmente distintos.
El Covid 19 ha llevado sufrimiento y dolor a millones de familiares, amigos y colegas ante la ausencia física de alguno de sus integrantes. Todos los fallecidos tienen un lugar especial en este mundo, dejan un enorme vacío en su entorno. Médicos, profesores, abogados, científicos, empresarios, agricultores, técnicos, artesanos, pilotos, cocineros, músicos, artistas, estudiantes, etcétera, prácticamente todas las disciplinas se han vista afectadas, también la ausencia en estos espacios es imposible sustituirla con otro ser, que también es especial y único.
Las ausencias de estas personas representan en lo económico un costo altísimo para los Estados. Imaginen ustedes el costo en educación durante 17 años, mismo que se convierte en 30, para aquellos que tuvieron la dicha de graduarse de la universidad. Me refiero a esto, no con la frialdad que nos da el monto en dinero invertido, más bien como una reflexión sobre lo que pierde una sociedad ante la ausencia de grandes seres humanos que hoy dejan un enorme vacío en el entorno social, esta separación afecta el tejido social en todas las naciones, recuperar ese tejido conllevara años y por supuesto miles de millones de quetzales.
Hoy en el Centro Universitario lamentamos la muerte de uno de nuestros mejores profesores, con un carisma extraordinario, artista, investigador, calidez humana y un profundo respeto a las ideas de los compañeros, es difícil relatar las virtudes de uno de los mejores seres humanos que he tenido la oportunidad de conocer, él Mtro. Pablo José de León Maldonado, deja un espacio, que nunca podrá ser cubierto, pero su legado permanecerá con nosotros durante el desarrollo de nuestra actividad administrativa, académica e investigativa en el Centro Universitario de Occidente de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Un homenaje a todos los que se nos adelantan en el viaje eterno, un abrazo solidario a la familia, amigos y colegas que hoy lamentan su ausencia.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.