Hace algunos días la afición deportiva del futbol sufrió una vez más una decepción al no ver clasificada a su selección para la hexagonal final que da acceso al mundial, a pesar de ello tenemos un record obtenido recientemente de ser el único país al que su selección ha sido eliminada dos veces en el mismo torneo internacional de la FIFA, para la historia, para el olvido, pero sobre todo para la reflexión.
Los deportistas hacen su mejor esfuerzo, sus sueños y anhelos. Sacrifican recursos tiempo, energía, a la familia, amigos, etc., etc.. Ellos, al igual que el pueblo en general, sufren los fracasos. Los directivos a todos los niveles son los responsables, pero para ellos no es un fracaso, el negocio es productivo, las ganancias se materializan en dinero y su patrimonio crece.
La corrupción esta en todos los niveles del gobierno, y el deporte no es la excepción. Con sobrada razón el pueblo se molesto por el accionar deportivo del equipo, pero la molestia va más allá de un desenvolvimiento individual de los jugadores y cuerpo técnico. La indignación debe centrarse en los dirigentes, quienes se gastan una enormes cantidad de dinero, entre lo que reciben de la FIFA (el años 2020, recibieron US$1 millón de dólares) de los impuestos que pagamos (reciben un aporte del presupuesto asignado a la CDAG) y el porcentaje de las taquillas (5% de todo lo que ingresa a los estadios de la liga nacional, cuando hay, va a la Federación de Fútbol, otro porcentaje igual va a las asociaciones departamentales). No solo es, viáticos, boletos aéreos, comidas, vestuario, además están los negocios relacionados, como venta de playeras y distintivos de la selección nacional.
Lo peor de todo es que no solo hay robo de los recursos públicos en un deporte, sino que este mal esta en todos los deportes. La Confederación Deportiva Autónoma, tiene un presupuesto asignado de Q374.9 millones de quetzales, de los impuestos que los ciudadanos como usted y como yo, pagamos. De todo eso, debiésemos considerar los resultados finales. ¿Cuántos deportistas clasificaron a juegos olímpicos?, en realidad este es un indicador real para medir eficiencia en el uso de los recursos. A Tokio 2021 llegaron 24 deportistas. Entre el ciclo olímpico 2016 a 2021, pasaron cinco periodos contables, asumiendo que cada año se asigno una cantidad similar, el costo del ciclo fue de Q1 mil 874 millones de quetzales, lo que representa una inversión por atleta de Q78.1 millones, una inversión diaria de Q43 mil. ¿Cree usted que eso se invirtió en cada atleta?, jamás. Una gran parte del presupuesto se invierte en remuneraciones, plazas de trabajo con el 32%; en traslados a entidades autónomas el 50%, el resto en compras, servicios y mantenimiento.
Pero a esto sume los millones que dice donar, captar y ejecutar la Fundación Olímpica Guatemalteca, conformada por varias empresas privadas, entre ellas TIGO, Canales de televisión nacional, Cementos Progreso, Banco Industrial, Visanet, McDonald, Cervecería Centroamericana. Tampoco ayuda mucho, no hay resultados, solo es publicidad, pero lo que si es verdad, es que ellos destinan gran parte de los ingresos de las empresas a este fin, lo deducen y no pagan impuestos. Al no haber resultados positivos, surge la pregunta ¿en verdad ayudan?, o ellos se ayudan entre si, con trabajo para sus familiares, amigos y cómplices. De estos miles de millones de quetzales, la sociedad debe requerir respuesta a las preguntas: ¿Que deportistas son los beneficiados? ¿Cuántos de ellos llegaron a juegos olímpicos este año?
Al final de los juegos olímpicos de Tokio veremos el número de medallas, estas se constituyen en éxitos, a partir de allí deben darse cambios, reformar, replantear, limpiar de raiz. Se necesita un cambio total de autoridades deportivas, que no tengan vínculos con la política y el sector empresarial de este país. Deportistas, ciudadanos, guatemaltecos, que asuman la responsabilidad, con su experiencia , de llevar al deporte guatemalteco un escalón arriba, evolución, y no vernos como en el fútbol, entre los peores de CONCACAF y el mundo.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.