Estamos inmersos en una realidad compleja. En esta realidad el hombre y la mujer se topan con situaciones límite como el sufrimiento, el dolor y la muerte. Cuando nos toca enfrentarnos a estas realidades, buscamos ayuda y quisiéramos contarle a todo el mundo lo que nos pasa, pero no encontramos eco en casi nadie.
Cuando creemos que nadie nos escucha, aparecen los “angelitos” que Dios pone en nuestra vida. La vida siempre nos da la oportunidad de experimentar la cercanía y el amor de personas que jamás cruzaron por nuestra cabeza. Erróneamente creíamos encontrar apoyo incondicional en quienes compartieron muchos años con nosotros, pero no.
No sé qué esté viviendo en este momento. Algunos están enamorados, otros están divorciados, otros estamos experimentando en carne propia las ausencias de personas muy cercanas a sí mismos; algunos otros, están procesando la aceptación de una enfermedad grave; y finalmente, otros están esperando que sus seres queridos venzan al Covid-19. Lo cierto es que todos estamos pasando por algún trago amargo en el presente.
Es en estos momentos cuando tenemos que pedirle a Dios la gracia de poder ver la vida con lentes optimistas y positivos. Cuando sienta que ya no hay razones para vivir, busque por lo menos una. Esa única razón para vivir puede ser un hijo, un examen privado, un ascenso en el trabajo, un logro académico, su novio, su novia, su esposa, etc. Cuando se encuentra una razón para vivir, uno logra salir de ese abismo al que ha caído.
Es normal que de vez en cuando “uno se quiebre” por el peso de las cruces. Pero no desistamos, no nos dejemos vencer por estar navegando en contra de la corriente. A veces es necesario pasar por esas experiencias de vida, para de verdad vivir esta vida con intensidad. Recuerde que los vientos en contra son pasajeros. Tarde o temprano todo se calmará en su vida. Por lo tanto, mantenga la calma.
La vida del hombre y la mujer es temporal. Hoy estamos, mañana quien sabe. ¿Qué hay qué hacer? Gozar, disfrutar y deleitarse prudencialmente de los bienes de este mundo, pero no poner nuestra confianza en ellos. Por los bienes que sí tenemos que luchar cada día es por los bienes de arriba, del cielo. Aproveche esta vida para hacer el bien y derramar amor por dondequiera.
Así que, para atrás, ¡ni para tomar impulso! Un formateo mental no nos caería tan mal. No es fácil la desprogramación mental, pero es posible. El secreto de la felicidad y de la autorrealización está en despertar de ese sueño profundo en el que hemos caído por el estrés, la ansiedad y la depresión. “No lleve nunca a cuestas más de un tipo de problema a la vez. Hay quien carga con tres: todos los que tuvo, los que tiene ahora y los que espera tener”, (Dresel, 2009, pág. 19).
Convirtámonos en constructores de nuestra propia felicidad. Y si para construir nuestra felicidad y el sentido por la existencia, hay que despedirse de ese pasado doloroso, hágalo. Lo que ayer pasó, pasó; no puede hacer nada. Pero invertir el tiempo presente amando intensamente a quienes le aman, eso sí que sí que le hace sentirse pleno, realizado y feliz.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.