Todos nuestros movimientos, pensamientos y sentimientos se producen por un pequeño impulso eléctrico que viaja a través de las neuronas de nuestro cerebro, las cuales se encuentran unidas a través de unas cadenas llamadas axones. La mielina es una sustancia que recubre los axones para que la información transmitida entre neuronas no se disperse, sea más rápida y más precisa. Para hacer una analogía podríamos decir que las neuronas conectadas entre sí son como un cable de cobre y la mielina es el recubrimiento de caucho que tiene los cables. Cuando se forma una cadena de neuronas para realizar una actividad especifica y se encuentra mielinizada, podemos realizar dicha actividad con relativa facilidad, por ejemplo; leer un texto sencillo o caminar, son actividades cuyas neuronas encargadas de transmitir los impulsos eléctricos poseen la suficiente mielina. Lo que nos permite realizar la actividad sin ninguna clase de esfuerzo.
Pero ¿Qué sucede cuando estamos aprendiendo una nueva habilidad? En este caso, los impulsos eléctricos viajan a través de una cadena de neuronas, pero al ser conexiones neuronales que apenas se están creando, esta cadena de neuronas no posee la mielina necesaria como para evitar que la información se pierda. Por esta razón es que al comenzar a realizar una nueva actividad cometemos muchos errores. Por ejemplo; cuando un niño está aprendiendo a escribir, sus trazos son lentos y poco precisos, pero entre más se repite el proceso, más se mejora la caligrafía la velocidad y la precisión de los trazos. Esto se debe a que la mielina empieza a cubrir los axones de esta cadena de neuronas.
Por medio de la practica podemos producir mielina a través de nuestro cerebro. Es importante saber que la práctica debe incluir actividades que estén por encima de tus capacidades actuales, ya que si practicas algo que te resulta muy sencillo, la mielina no se producirá y tus habilidades no mejorarán. La mielina se desarrolla de la misma forma que los músculos, si levantas la misma cantidad de peso siempre, tus músculos solo de desarrollarán hasta cierto punto.
En la vida diaria es fácil aplicar este concepto, por ejemplo; cuando estudiamos en un colegio o en una universidad, en algunas ocasiones nos vamos a encontrar con temas muy complejos y difíciles de entender en una sola explicación, lo cual de cierta manera nos desanima. Pero si lo vemos desde la perspectiva de la producción de mielina en nuestro cerebro, nos podemos dar cuenta que esta es el única forma de lograr que nuestro cerebro se desarrolle y procese información más rápido. Si en tu proceso de aprendizaje te encuentras con un texto muy complejo, tendrás que volverlo a leer cuantas veces sea necesario, si es un ejercicio matemático, deberás desarrollarlo varias veces hasta que puedas hacerlo correctamente.
Los ejemplos anteriores son formas de cómo se puede aplicar la práctica en situaciones comunes, ciertamente podemos observar que someternos a realizar actividades difíciles requiere de mucha disciplina y sobre todo motivación. Pero ¿Cómo puedes encontrar motivación cuando parece que no avanzas? Siendo paciente y visualizando tus resultados no en pocos meses, sino en un plazo de cinco o 10 años. Si tienes un compromiso con tu mejora continua, los primeros meses no van a ser importantes como tu objetivo mayor, el cual se cumplirá en largo plazo si tienes la constancia suficiente. Las metas a largo plazo brindan ventajas, tanto a nivel de personas como empresarial. La idea es comprometernos diariamente a mejorar una habilidad, recuerda que pequeños cambios pueden resultar en ventajas muy grandes a largo plazo.
Extraído del libro titulado «Claves del talento» de Daniel Coyle.