Libre al viento tu hermosa bandera a vencer o a morir llamará; que tu pueblo con ánima fiera antes muerto que esclavo será. En el mes patrio cantamos a todo pulmón nuestro Himno Nacional, nos llena de orgullo, eleva nuestro ego y sentimos correr en nuestras venas todo el fervor patrio.
Las fiestas, las actividades, las tradiciones que se vuelven parte de nosotros estos días. Todo lo que se relaciona a independencia y libertad nos hace sentir alegres y entusiastas. ¿Cuántos días dura ese sentimiento? ¿Cuánto tiempo dejamos la bandera decorando el auto o la puerta de la casa?
Celebramos una libertad que resuena en tradiciones y papel, pero seguimos siendo esclavos de la rutina, el dolor y la falta de integridad en nuestro actuar. Nuestras convicciones se debilitan y aquellos valores que promovemos se vuelven confusos. Los desfiles atraen a multitudes y la educación y principios se olvidan al dejar las calles desordenadas y sucias. El caos vial es una oportunidad de mostrar la educación, empatía y amabilidad. Pero cada día lo vemos menos.
El egoísmo invade y la poca responsabilidad entorpece. La imagen de los quetzaltecos se generaliza y el buen trabajo de pocos lo opaca la mala actitud de otros. Celebremos la libertad, celebremos nuestras fiestas con orgullo, permite que la buena actitud permanezca y el sueño de una mejor ciudad y de un mejor país se vuelva realidad.