Yepes Stork & Aranguren(2009, pág. 319), en el libro Fundamentos de Antropología expresan que el sufrimiento es un compañero inevitable de la vida de todo ser humano, y que aparece repentinamente. Es una realidad de la cual ninguna persona es ajena, porque se asoma en cualquier etapa de la vida.
Un ejemplo de ese carácter repentino del sufrimiento es Pablo. En la vida del Apóstol se percibe ese carácter sorpresivo y repentino del sufrimiento, porque de pronto experimenta una cierta desesperación por ese agujón, esa espina que lleva clavada en el corazón, (2 Co 12, 7-10). Se desespera, no haya qué hacer, y acude a la oración para pedirle al Señor que le quite esa espina.
Ese carácter sorpresivo del sufrimiento le impulsa a pedirle a Jesús que lo libere de ese sufrimiento. Jesús le contesta que para aprender a vivir con ese aguijón, es suficiente su gracia. Entonces, la graciade Cristo se convierte en la mejor técnica terapéutica para Pablo.
La experiencia vivida por Pablo en Corinto le sucede a todo ser humano en el tiempo presente. Muchas personas están bien, y de pronto aparece un sufrimiento inesperado. Esta dimensión sorpresiva del sufrimiento en la vida del ser humano permite asumir una actitud de alerta y tomar conciencia de esa aparición repentina.
Lo inesperado del sufrimiento es lo que afecta a la persona. De vez en cuando la vida permite encontrarse con personas que dicen: En mi vida todo estaba bien y de repente todo comenzó a salirme mal. Otro ejemplo de esta aparición sorpresiva son los cánceres terminales y accidentes de todo tipo que suelen darse en la sociedad actual. Por lo que hay que estar preparados, sobre todo, psicológica y emocionalmente.
Seguramente usted ha tenido experiencias en las que el sufrimiento es inevitable. No es fácil aceptar la presencia de un cáncer en la familia o en alguien cercano a nosotros. Y si no es fácil aceptarlo, mucho menos establecer una relación de amor hacia estas enfermedades graves para lograr amarlas. Estas experiencias de vida inesperadas nos desestabilizan.
El reto para hombres y mujeres, ante la aparición de enfermedades, accidentes y la misma muerte está en asociar ese sufrimiento personal con el sufrimiento de Aquél que sufrió mucho más de lo que usted y yo sufrimos. El sufrimiento es una realidad siempre presente en la vida humana. Entonces, no se puede vivir sin experimentar el sufrimiento.
Ahora bien, lo que sí tenemos que hacer es encontrarle un sentido a ese sufrimiento personal o ajeno. Víctor Frankl cuenta que en los campos de concentración nazi no sobrevivieron los más fuertes, sino quienes encontraron un motivo, una razón para vivir: hijos, esposa, amigos, trabajo. Sobrevivieron todos aquellos que tenía una esperanza.
Si usted está pasando por alguna situación difícil en la vida, trate de ver esa experiencia de dolor y sufrimiento con los ojos de Cristo, con los ojos de los santos, con los ojos de aquellos hombres y mujeres que hoy sufren, pero lo asumen e integran en su vida.
Holderlin (1770-1843), poeta lírico alemán decía: “el que pisa su sufrimiento se eleva”. La convivencia con el sufrimiento nos hace maduros y fuertes. El sufrimiento sirve para pulirnos en la vida. Por lo tanto, ámelo.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.