En ocasión a la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos el próximo año, en la Iglesia Católica romana, desde el año 2021 se viene haciendo un proceso de “sinodalidad”. Es un proceso que continúa este año 2022 y culmina en octubre del año 2023. “Sínodo” viene del gr. “sin” que significa “junto” o “acción conjunta” y “odos” que significa “camino, ruta, viaje”, (s/a, 2022). Uniendo los dos vocablos significa “caminar juntos”. Este Sínodo tiene como objetivo “caminar juntos en la iglesia”.
El Sínodo es misión, caminar juntos, corresponsabilidad, es una sinfonía de voces, es una búsqueda de la unidad en los caminos de la diversidad. Es una participación activa e integral. Pretende recobrar ese rostro genuino de la iglesia. Es un proceso que quiere llevarnos a la configuración con Jesucristo.
El sínodo no es una imposición y no es para unos pocos. Es para todos. Por lo tanto, todos estamos llamados a discernir juntos para llegar a unas líneas de acción que permitan de verdad caminar juntos en la iglesia universal.
Cada vez es más difícil caminar juntos. Esta es la razón por la cual muchos cristianos católicos abandonan la iglesia y se van a otros areópagos. De ahí la importancia de ser corresponsables de este proceso para dar más y mejores frutos dondequiera que estemos.
“Caminar juntos” no es sólo una necesidad eclesial; “caminar juntos” es una necesidad mundial. “Caminar juntos” es una necesidad urgente en las parroquias, en las instituciones educativas, en las entidades públicas y privadas. En un mundo tan dividido por las discordias que brotan del seno de las instituciones, el “caminar juntos”, les haría mucho bien.
Una institución esencial en la vida de las personas es la familia. Los miembros de una familia están obligados a caminar juntos y apoyarse unos a otros. No es una institución perfecta, pero a veces se impone la mano del más fuerte y del más autoritario, y terminan hundiéndose unos a otros. ¡Qué triste es ver a familias destruidas por la ambición de las cosas materiales!
Pero en general, todas las instituciones están invitadas a convertirse en compañeros de viaje, a escucharse, a celebrar, a ser corresponsables de las situaciones adversas de la vida, a dejar a un lado el autoritarismo, a discernir y decidir juntos. La pregunta clave es ¿Cómo se realiza hoy ese “caminar juntos”? (Sínodo de los Obispos, 2021). Ojalá todas las instituciones se hicieran esta pregunta y la profundizaran de tal manera que vieran las grandes grietas existentes en sus instituciones.
Ahora bien, “caminar juntos” implica reconocer que estamos divididos por envidias y odios. “Caminar juntos” significa que las personas deben aceptar que en muchas ocasiones han sido instrumentos del mal para dividir. “Caminar juntos” requiere de madurez humana y salud mental. Caso contrario nos vamos a seguir sacando la madre unos a otros, y ese “caminar juntos” será un sueño jamás hecho realidad.
“Caminar juntos” implica desnudarse de prejuicios, paradigmas y estereotipos adquiridos a lo largo de nuestra historia personal. “Caminar juntos” requiere humildad, para reconocer que hemos sido y somos, a veces, la peor barrera para que Dios Uno y Trino no entre en nuestras instituciones.
Pero si seguimos poniéndonos trampas unos a otros, para ver quién cae, ese “caminar juntos” es una utopía. Eso de “llevar y traer” es un vicio bien enraizado en algunos. Urge amputar esos vicios. Si cada uno sigue montado en su macho, creyendo que él es el mejor y que como él no existe nadie, la sinodalidad se quedará en papeles en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Encomendémonos a Dios.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.