Para todos los que de una u otra forma observamos con ojos analíticos la situación política guatemalteca, cada jueves, desde 2015, se convierte en un verdadero momento de incertidumbre, al grado de llamarse en aquellos días “jueves de Cicig”. Este día, durante los meses de abril a septiembre de aquel año, se revelaron casos de corrupción e impunidad en instituciones de gobierno. Tal cual telenovela, esperamos cada capítulo con cierto morbo para sorprendernos del cinismo con el que la clase política del país responde a los casos judiciales en su contra. Durante 2017, los casos emblemáticos de Cicig y el Ministerio Público se habían circunscrito a los tres partidos más grandes en el último proceso eleccionario, antejuicios contra los secretarios generales de la UNE, de Líder y de FCN-Nación. Un antejuicio la semana anterior contra el presidente, y debo decir uno nuevo, porque ha acumulado muchos.
Ayer Cicig y el MP propinaron un nuevo golpe a la impunidad que se vive en este país. Un tiro a la cabeza de las mafias enquistadas en los organismos e instituciones de gobierno. El caso lo denominan “Caja de Pandora”, aludiendo a un objeto que cada vez que se abre revela información, y tanto más se va abriendo se descubren cosas atroces, relaciones perversas, componendas entre funcionarios y privados de libertad. La investigación surge de un hecho concreto, la extinción de dominio de bienes del difunto Byron Lima, un exmilitar, que desde la muerte de monseñor Gerardi, en los años noventa, y su consecuente encarcelamiento fue acumulando poder en las cárceles del país, al grado de dominar dentro y fuera de ellas. Siempre se dijo que Lima era inocente, aceptó la culpa para proteger a un poderoso guatemalteco, ¿quién podría ser? Era una pregunta hasta hoy sin responder.
Lo que sí era evidente es que debía ser un político de trascendencia, con una imagen a lo interno, de la clase política y en el sector económico.
Más de alguna versión sobre la muerte de monseñor Gerardi ya había tocado a la familia Arzú, sin embargo, para muchos era simple ficción, la imaginación de un escritor sin fundamentos; pocos eran los que le daban credibilidad a las historias. El 5 de octubre todo cambia, lo que parecía incierto toma forma con la acusación en contra del alcalde Álvaro Arzú. La investigación revela vínculos en las últimas elecciones. Negocios en la fabricación de productos promocionales a favor del Partido Unionista, utilizando fondos de la municipalidad a través de un fideicomiso. Las pruebas son contundentes, facturas, cheques, audios, fotografías, plazas fantasmas, son parte de ellas. La declaración de la pareja sentimental de Byron Lima corrobora la documentación en poder de los entes investigadores. El antejuicio quedará en manos del Organismo Judicial, y a pesar de los embates del alcalde, de la cruzada anti Cicig, la movilización de personas e instituciones, difícilmente se librará del proceso penal.
Para muchos la preocupación de los sucesos acontecidos en las últimas semanas se limita a preguntar: ¿si el presidente Jimmy Morales y el alcalde Alvaro Arzú van a la cárcel, quién nos gobernara? La manipulación mental llega al grado de pensar que es mejor tenerlos a ellos que elegir a ciudadanos comprometidos y capaces de trabajar por una mejor nación.
El ciclo de transformación democrática ha iniciado, estamos en la pubertad de esta, es dolorosa pero necesaria, depende de los actores guiarla por el camino de la equidad y la justicia, para lograr una sociedad en donde todos vivamos en armonía, libertad y solidaridad.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.