Cómo vas a saber hasta dónde aguantas, si no lo intentas.
Un niño está tratando de hacer que su carrito de baterías camine, intenta una y dos veces, pero a la tercera termina enojándose y lo arroja con fuerza al suelo, rompiéndolo en el acto. Sin embargo al lado de la habitación otro niño intenta hasta diez veces que su carro camine y al final lo consigue. Grita: ¡Yeah, funciona!… Sentimientos de logro y alegría acompañan su éxito.
El segundo niño tiene alta tolerancia a la frustración, lo intenta una y otra vez y al final consigue lo que quiere, tiene buena persistencia, resistencia e insistencia. Esto se puede aprender.
Los padres pueden aumentar la tolerancia a la frustración en sus niños acompañándoles desde lejos cuando se enfrentan a un obstáculo. Una buena forma es observar, pero no intervenir, para ayudarle. Cuando el padre ve que el niño está perdiendo la paciencia puede decirle, “estás molesto, porque no lo consigues, pero inténtalo de una manera diferente”. Si lo logra, pueden festejar juntos, con un “manejaste bien esa emoción”.
Si no lo logra, también hay que ser un buen perdedor. El padre puede dialogar con él, sobre las emociones que sintió al enfrentarse al fracaso. Es importantísimo mirar a la derrota como buena, como parte del aprendizaje, como algo natural de la vida. No todo en la vida se puede obtener. Se puede conseguir nada, aunque se haya hecho todo bien.
Los padres pueden enfrentar a sus hijos a retos que sean alcanzables, algo que represente un desafío, que con esfuerzo se pueda lograr. Si los niños tienen un 70% de éxitos y un 30% de fracasos tendrán una buena autoeficacia. Si la mayoría son fracasos, aprenderán a no confiar en sí mismos. Si todos son éxitos, crecerán imaginando que todo lo pueden, lo cual es irreal. La no consecución de lo deseado refuerza la persistencia.
Una niña estaba intentando subir al segundo nivel por las escaleras, cuando aparece la madre y la lleva hasta arriba, entonces la niña empieza a llorar. ¿Por qué llora? Porque ella quería hacerlo por sí misma, pero el eficientísimo de la madre le quitó la osadía. Es trascendental no sacarles de apuros, ni solucionarles los problemas, permitir que se enfrenten a situaciones dificultosas que no representen un grave peligro. Exponerlos gradualmente a situaciones que se considere que puedan lograr.
Los niños que se enfrentan a la frustración aprenden a tener tolerancia. Saben ganar y también saben perder. Saben luchar hasta cierto punto y saber claudicar en momento oportuno. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Hay un límite en que la tolerancia, deja de ser virtud”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo