Aspire ser una mejor persona

No existe ningún ser humano que no tenga algún trastorno psicológico, ya sea de la personalidad, alimenticios, sexuales, del sueño, etc. En algunos son más evidentes por la conducta que manifiestan, en otros es menos esa expresión, y en algunos otros es muy leve la conducta observable. Por ejemplo, el Papa Francisco refiriéndose al presidente de Nicaragua afirmó que este hombre tiene un “desequilibrio” para dirigir; en otras palabras, es un enfermo mental.

Para quienes ya llevamos algunos años recorridos, para los que comienzan a interactuar en el mundo académico o laboral, se habrán dado cuenta de que hay compañeros a quienes sí se les nota que están mal. Algunos son tan buenos para mentir, que sus mentiras parecen verdades. Otros son muy buenos para mandar, pero no mueven un dedo; y otros, son tan manipulables como la plasticina que cambian de personalidad según los contextos en donde se encuentren.

Hoy es un buen momento para hacer un proceso introspectivo sobre nuestra propia vida, para descubrir cuáles son esos trastornos o problemas de personalidad que pueden causarme algún problema viviendo en sociedad. Una vez descubierto el o los trastornos, hay que acudir a algún profesional que pueda darnos ciertas pautas para no seguir haciendo daño por donde nos hicieron daño.

Reconocer que se está enfermo es el primer paso necesario en el proceso de sanación. Reconocer que no se está bien, es un sinónimo de humildad. Lamentablemente quienes están en la calle de la amargura a nivel conductual y de personalidad, están llenos de soberbia y miopes, puesto que son incapaces de aceptar que están mal.

¿Quiero sanar? ¿Estoy dispuesto a hacer cambios en mi vida? ¿A quien acudo para sanarme? Éstas son preguntas que vale la pena hacerse en este proceso de introspección. Hay que reflexionar sobre los medios que utilizo para superar esos trastornos. Por ejemplo, si alguien quiere superar algún trastorno de ansiedad o depresión, debe acudir a un profesional de la psicología o a un sacerdote para que reciba consejos prudentes en su proceso de sanación. Pero, si ante las adversidades, acude a brujos, sacerdotes mayas o charlatanes, difícilmente saldrá de esos cuadros clínicos manifiestos.

Además de acudir a un psicólogo o sacerdote, debe acudir a Aquél que todo lo puede (Dios) y dialogar con Él, y en Él va a encontrar la sanación de muchos de sus males. La ciencia ayuda, pero también Dios ayuda, y puede hacer milagros en nuestra propia vida. Pero para que Dios haga milagros en mi vida, es necesario que yo sea accesible a Dios para que Dios pueda entrar en mi vida y transformarme.

En la medida en que cada hombre y mujer vaya tomando conciencia sobre la necesidad de sanar heridas y tener una mejor salud mental, psicológica y espiritual, la sociedad será el espacio en donde todos seamos felices. Aristóteles afirmaba que el fin de la vida social es la felicidad. Pero con tanta diarrea mental existente en la sociedad, la felicidad pareciera una utopía. Sin embargo, no hay que perder la esperanza de que los seres humanos podemos recapacitar y comenzar a desear salir de esos charcos de agua sucia en donde actualmente vivimos. El gran deseo de Cristo fue que todos nos amemos unos a otros como Él nos ama; pero esto también parece una utopía. Lo cierto es de que, si cada uno de los seres humanos desea salir de la mediocridad en la que vive, la excelencia es una meta accesible.