A tan solo una semana de haber iniciado este año 2022, poco a poco vamos adaptándonos a los cambios que implica un nuevo año. Muchas cosas se pueden decir al final y al inicio de un nuevo año; las redes sociales se llenan de buenos deseos e intenciones, pero creo que hay que poner los pies en la tierra e iniciar este año con lo más importante y trascendental en la vida.
Hay muchas cosas que queremos hacer, pero vale la pena jerarquizar por orden de importancia lo que se quiere lograr. Decía Santo Tomás de Aquino que “es propio del sabio el ser ordenando”. Entonces, comience ordenando sus metas, e inicie con aquella meta que le permita lograr las otras que posiblemente no son tan urgentes.
Algo que desde mi experiencia de vida recomiendo es, ordenar un poco nuestra dimensión afectiva. Bien decía Pascal que el “corazón tiene razones que la razón no comprende”. El cerrar círculos afectivos que desde hace años no nos animamos a cerrar, le permitirá alcanzar sus metas. Trabajar los duelos de años anteriores, también es esencial para alcanzar esa o esas metas que nos estamos proponiendo a inicios del año.
La disciplina emocional es importante. Pero no basta con tan solo hacer oración y ya. Dice el refrán “a Dios rogando y con el mazo dando”. El diálogo con Dios es clave, pero no es suficiente. Es necesaria la parte operativa del amor, para que uno pueda ponerse bien los zapatos y comenzar a caminar. Gracias a Dios, ahora hay muchos profesionales de la psicología disponibles que pueden servirle de puente para que encuentre la sanación.
La inversión en uno mismo es una manera de amarse. Luego de unas cinco terapias psicológicas le aseguro que usted verá la vida de otra manera. No tenga miedo de abrir su corazón para que alguien lo/la confronte. Destruya esa barrera que usted mismo ha construido para que nadie entre a su vida. créame que los problemas compartidos, los duelos dialogados y los círculos afectivos socializados hacen más ligera y feliz la vida.
Sin una vida emocional estable, el sentido interno llamado “instinto” nos meterá en muchos problemas. Una vida emocional estable nos permitirá ser personas plenas y autorrealizadas, más felices y capaces de ayudar a los demás a que sean felices. Una persona emocionalmente estable se abre puertas y ventanas por todos lados. Una persona emocionalmente desequilibrada, se pasará culpando a los demás y expulsando veneno por doquier.
La sociedad y la iglesia serás diferentes si usted evoluciona para bien, emocionalmente hablando. Obviamente todo esto que estoy mencionando requiere acciones concretas. Uno no puede crecer y madurar, si no traduce en hechos concretos esas buenas intenciones que tiene. Incluso, hasta se puede amar de verdad a los enemigos. Personas “cae mal” siempre van a existir, pero podemos llegar a amarlas. El amor no se puede quedar solo en el “sentir”, sino que hay que llevarlo a la acción. Podemos sentir enojo y rabia hacia alguien, pero en algún momento de necesidad, podemos hacer una acción buena por esa persona.
Iniciemos este año con el reto de crear las circunstancias apropiadas, para que haya más armonía entre el pensamiento, los sentimientos y las acciones. Cuando se piensa bien, se siente bien y se actúa bien. El equilibrio entre estas dimensiones de la personalidad es clave para no hacernos bolas con la vida.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.