Dentro de las enseñanzas que deben transmitirse en los distintos espacios de formación, sean formales o informales, está la de saber que es posible no obtener lo que se desea.
El planteamiento en este caso está orientado al deporte, en una conferencia, el destacado periodista especializado en ajedrez Leontxo García explica cómo este juego tiene diversas utilidades, pero una de las principales es la de aprender a perder.
En un sentido lógico, se participa para ganar, pero como también es lógico, no todos pueden hacerlo. Por lo general hay un único ganador, mientras los demás pierden. La idea de aprender a perder no significa ser pesimista o un fracasado, sino tener la actitud correcta frente a la derrota, en principio el participante se prepara, mentaliza y enfoca en triunfar, y aunque para quien se formó como ganador, la derrota no es una posibilidad, debe comprender que siempre existe entre las probabilidades, por más mínima que sea.
Por eso, las actitudes antideportivas son signo de un mal perdedor, el desánimo total es una falta de preparación para la derrota y el descrédito del ganador es también una forma de ausencia de aceptación.
Pero hay algo aún más valioso en la derrota, y es que García refiere que aprende más el que pierde que el que gana, su explicación aplicada al ajedrez es muy sencilla, el perdedor se va a su casa y, entonces, movido por ese deseo de mejorar, ya habiendo entrado en calma, analiza sus errores para no cometerlos de nuevo, alcanzando así un aprendizaje. Claro está que esto lo puede hacer de igual forma el vencedor, quien puede tomarse un tiempo para analizar qué hizo bien, y además qué hizo mal, para continuar seguir mejorando; pero es seguro que la lección ha sido más significativa para quien no ha ganado.
Mientras que para ser un buen ganador también se deben evitar todas las malas actitudes mencionadas con anterioridad, y debemos sumarle el darle la oportunidad al otro de aprender.
Se puede deducir entonces, que varias derrotas podrían asegurar futuras victorias.