Dímelo y olvidaré, muéstramelo y recordaré, involúcrame y aprenderé.
El cerebro olvida fácilmente y lo hace por economía de energía, recordar requiere mucha potencia y solo almacenará datos que considera que pueden ser útiles para la sobrevivencia, principalmente. Otros fundamentos no significativos se desvanecen como información escrita en la arena del mar.
Tal parece que, única y exclusivamente se puede aprender por la experiencia. Si un maestro desea enseñar, no se dará el aprendizaje. Pero hay tanta documentación almacenada en milenios, por generaciones de estudiosos, que no todo se puede experimentar. Patrimonio de la humanidad, tesoros escondidos, que el estudiante curioso debe desenterrar por sí mismo.
¿Pero cómo motivar a aprender? No se puede. Porque la motivación viene de dentro para fuera. Solo se puede enseñar o guiar el camino. El docente y el padre, deben dar oportunidades para que el estudiante se enfrente con sus cinco sentidos a la materia misma, para que sea ésta la que le motive a aprender.
Aprender es instintivo, se lleva en la sangre. Y no es solo característica humana, sino de todas las especies en la tierra. Si el sujeto encuentra útil, prender algo en su memoria, lo analizará, diferenciará sus características, acciones y reacciones, estímulos respuestas… entonces hará un esquema mental al cual podrá acceder en el futuro.
Ya con su experiencia, que será su fortaleza, documentará en libros los datos vividos, para que otras generaciones puedan estudiarlos. Esperando que el docente que los muestre, no lo haga tan aburrido, pues fue apasionante la experiencia.
Es importantísimo que el docente y el padre, guíen al estudiante al objeto mismo de estudio, para que lo pueda saborear, oler, oír, tocar y ver. Entre más sentidos estén implicados, más se fijará a sus recuerdos. Pero hay materiales que no son accesibles, por ejemplo los átomos. Es ahí donde la inventiva del educador puede simular el objeto.
También se pueden ver los efectos de esa materia de estudio. Por ejemplo los electrones que se desprenden de los átomos que generan luz, movimientos de motores o espasmo en los músculos. Es un toca, juega y aprende. Aprende a aprender.
En la universidad muchos estudiantes pasan sus primeros años aburridos recibiendo información, que solo le encuentran sentido a partir del cuarto año, en las prácticas. Las pre prácticas, al segundo año resultan eficaces para que le tomen amor a la teoría. Con estos aprendices, un buen experto resulta ser imprescindible en el cuidado de errores de gran trascendencia y buena guía para el camino de por dónde aprender y cómo.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “El aprendizaje se da, no cuando alguien quiere enseñar, sino cuando alguien quiere aprender”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo