Uno de los versículos que impacta mi vida cada día, además de ser la regla primordial en las relaciones sociales, según mi opinión, es la maravillosa revelación que Jesús manifiesta en este hermoso pasaje extraído de la Biblia: “No existe otro mandamiento mayor que estos, amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Difiero mucho del pensamiento que tienen muchas personas al decir que el primer mandamiento es amar al prójimo, no es una herejía, por favor no me juzgue tan drásticamente, desde mi análisis y sentir, el primer mandamiento está implícito en el contenido de las frases de Jesús, amarse así mismo es el punto de partida de la mejor historia de amor.
Si desde pequeños nos enseñaran que somos producto del amor, porque Dios es amor y de él es el regalo de la vida, nos convertimos en criaturas extraordinariamente especiales, con un alto valor adquirido, siendo así nos amararíamos tanto y justo con esa medida podríamos amar a otros.
¿Será que tenemos una distorsionada forma de amar?… desde que nacemos somos instruidos y enseñados que venimos al mundo para amar, pero no para amarnos y es que amar es valorarnos, cuidarnos, protegernos, atendernos y en algunos casos priorizarnos, reconocer que nuestra belleza trasciende y va mucho más de la apariencia física, sino que radica en nuestra esencia.
Amarse es sentir y pensar bien acerca de sí, porque en realidad lo que piensen y digan otras personas acerca de nosotros tiene mucha o poca trascendencia, un día alguien dijo palabras muy fuertes acerca de mí, ¡problema grande hubiera sido creer lo que dijo!
Al final lo que trasciende es lo que Dios ha dicho de ti y lo que marcará muestra vida es lo que pensamos y sentimos acerca de nosotros mismos.