El amor es consciente, clarividente y bondadoso».
Un niño le pegunta a su padre, ¿cómo puedo hacer para que brote el amor de mi corazón? Y la respuesta del padre fue, ¿cómo es que no puedes hacer que brote de tu corazón?
Esta anécdota afirma que el amor es. Del verbo ser. Esto quiere decir que está ahí y solo hay que dejarlo salir. Lo que le impide salir son tres parches principales: el rencor, el egoísmo y el miedo. San Agustín al decir, ama y haz lo que quieras, tenía la certeza de que una persona libre de esos tres parches, no podía causar daño a los demás.
Una persona con miedo puede ser peligrosa, con su desconfianza puede atacar y dañar a los demás que se acerquen a ella de forma natural. Un sujeto con un egoísmo malsano puede causar muchísimo daño a grandes cantidades de personas. Un joven con rencor en su corazón puede vengarse, a tal extremo que puede destruir y destruirse en proceso.
Alguien que vivió grandes carencias de niño, de adulto puede satisfacerlas, pero llenarse de miedo a volver a vivirlas, entonces se vuelve tan obsesivo por alejarse de la pobreza lo más que pueda, a tal punto que puede desfalcar a los demás.
Por eso, para generar un mundo mejor para todos, tenemos que lograr un mundo de amor, donde no existan carencias, donde todos busquen el bienestar de todos. Para cambiar el mundo va a hacer falta mucho amor, diría Rabito. Es hermosa la vida si hay amor, diría Perales. Amar es entregarse, buscando lo que al otro pueda hacerle feliz, diría una canción católica.
Si la humanidad, satisfecha en sus necesidades, llega a permitir que el amor brote hacia todos, a la vida, incluso hacia la humanidad misma, entonces podremos decir que el ser humano evolucionó. En un ser de luz.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione, “la medida del amor… es dar amor sin medida”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo