Poco a poco vuelve a la normalidad la vida de los guatemaltecos. Los estudiantes han vuelto a los diferentes centros de formación y las nuevas autoridades han asumido sus responsabilidades. Ha terminado el tiempo de las pedradas de unos a otros, y cada quien tiene que comenzar a dar lo mejor de sí mismo.
Los estudiantes tienen que esforzarse por la excelencia académica. Dejen el conformismo y la mediocridad por un lado. Los docentes tenemos que hacer nuestro máximo esfuerzo por ser buenos acompañantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes. Los que trabajan en puestos administrativos, de igual manera, deben ser jefes que hagan de la autoridad un servicio.
Los padres de familia tienen que asumir su papel de “padres” y acompañar con disciplina a sus hijos. Recuerden que el mejor padre de familia no es el que les da de todo, o el que les permite hacer lo que quieran, sino el que corrige con amor y forma hijos disciplinados. No sean permisivos, no les elijan la carrara; denles el chance de equivocarse y que aprendan de sus errores.
Los hijos, por su parte, hagan el esfuerzo por respetar y obedecer a sus padres. Llegará un día en el que ya no los tengan, y entonces llorarán, pero sus lágrimas serán lágrimas hipócritas, porque pudiendo haber hecho mucho por sus padres en vida, no lo hicieron. Así que, mientras puedan, sean amables con sus papás.
Un valor que vale la pena poner en práctica en los centros educativos, en el hogar, en las empresas, en los negocios y en los grupos a los que uno pertenezca es la “amistad”. Revise quiénes son sus amigos y amigas. Haga una especie de limpieza afectiva. Apártese de las amistades tóxicas. Recuerde que hay personas que, mientras usted les sirve, aparentan ser sus amigos; una vez le hayan utilizado, le desechan como basura.
A nivel de país, no espere que un gobierno nacional o municipal solucione todos los problemas que tiene Guatemala. Para transformar a este país no basta con tener buenos políticos; hace falta que usted y yo nos comprometamos a hacer bien las cosas que se nos han encomendado. Por ejemplo, si queremos ver menos basura en las calles y en los mercados, cada uno tiene que limpiar su cuadra o el pequeño espacio que le haya sido asignado, y así, poco a poco, tendremos una Guatemala menos contaminada y más limpia.
Los días pasan, y cada hombre, cada mujer, avanza en el tiempo con un montón de preocupaciones. Las preocupaciones son parte de la vida. Para algunos las preocupaciones pueden ser económicas, para otros afectivas, para otros espirituales. Pero quiero aconsejarle: no baje la guardia, no dude de la existencia de un ser Supremo que jamás le abandonará.
Para transformar a Guatemala en un mejor país, para que los problemas no nos desesperen, es importante poner nuestra confianza en Dios. Dios existe, y nos tiene presente todos los días. Dios sabe sus necesidades, sólo tenga paciencia. “Miren las aves del cielo, que no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?”, (Mt 6, 26). Sigamos estudiando y trabajando con la confianza de que muy pronto las tormentas de la vida desaparecerán de nuestra vida. Pero no deje de practicar el bien, y sintonícese con Dios.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.