Estado que no invierte en educación está condenado a la miseria. Lo anterior no es nuevo, tampoco es una frase lanzada al viento, sin contenido, tiene un peso especial. Guatemala al inicio de la pandemia registro un nivel de pobreza del 59%, se estima que al final de esta (mediados de 2021), llegara a 65%, en promedio. Hay áreas rurales en donde los porcentajes de pobreza están por arriba del 90%. Los gobiernos llamados democráticos siempre han elegido combatir la pobreza con programas sociales, regalar el pez, sin enseñar a pescar, mucho menos a fabricar el anzuelo.
El propósito de regalar, alimentos, insumos agrícolas y otros, nunca es educar, es más bien mantener el statu quo de un sector poderoso. En la historia del mundo se menciona a los millonarios que realizan obras altruistas, como el caso de Bill Gates, denominado filántropo, por las fundaciones con su nombre y el de su esposa, en donde regalan parte de sus millones.
Eliminar la pobreza, significa ya no tener personas que les agradezcan los regalos, las migajas que entregan, constituyéndose esto en un proceso de dominación. El país es un paraíso para los denominados filántropos, fundaciones como las que cito: Juan Bautista Gutiérrez, Castillo Córdova, Contra el Terrorismo, Funcafé, Fundesa. Todas tienen su origen en las grandes empresas de bebidas, alimentos, cementos, licores, entre otros. Su objetivo: EVADIR EL PAGO DE IMPUESTOS.
Por ello no sorprende que en un presupuesto, para el año 2021, que asciende a Q99,700 millones de quetzales, educación sea el segundo monto más alto. ¿Quién es el primero? El pago de obligaciones del Estado asciende a Q27,842 millones, el tercero es de Q16,227 millones por servicios de deuda, los dos rubros representan un 43% del total, pero lo lamentable es que los grandes beneficiarios del rubro de servicios de deuda son los bancos nacionales.
Para educación se están asignando Q18,682 millones, un alto porcentaje ya está comprometido en gastos de funcionamiento. Apenas algunos millones son para infraestructura Q90, que no representa ni el 1% de lo asignado. Con el COVID-19 uno de los grandes retos está en el mejoramiento de las instalaciones de los establecimientos educativos.
Históricamente se ha prestado muy poca atención a servicios básicos, que hoy son indispensables, como servicios sanitarios, lavamanos, agua potable en espacios deportivos. En el área rural aún hay escuelas con piso de tierra, sin drenajes, mucho menos servicio sanitario. Estos pocos recursos se evaporaran muy rápido. Ni soñar con jabón para monos, gel antibacterial y papel higiénico.
En contraste, más de Q300 millones se destinan a un seguro, en 2019, fueron Q200. Dinero, que según evidencio la prensa se tiró a los bolsillos de algunos financistas dela campaña del partido Vamos. Hecho que el gobierno no ha desmentido, y ahora viene y asigna más fondos. ¿No es la salud de los niños responsabilidad del Ministerio de Salud?, pregunto sin la intensión de ofender.
Es difícil visualizar a un niño, en una de las aldeas más lejanas de las urbes, solicitando una consulta a un seguro. A mí, en la ciudad no me prestan un buen servicio estas compañía, imagen a las familias del área rural. Con estos millones, se hubieran construido y equipado con tecnología de punta, por lo menos 160 edificios escolares, albergando 400 estudiantes, con una mejora en la cobertura educativa de 64,000 niños, en por lo menos, igual número de municipios.
No hay mejor prueba del abandono en educación que tiene el país, cuando se compara con los otros países centroamericanos. Costa Rica invierte en educación el 8.5% de su Producto Interno Bruto, Guatemala el 3.04%, tenemos una brecha del 4.96%, equivalente en quetzales a Q30 mil millones. Está claro. El Estado de Guatemala no quiere que su población se eduque, no le conviene a sus gobernantes.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.