Autor: Rudy Solares Gálvez
I
Señora de las llanuras
escenario de leyendas,
que en tus entrañas engendras
la belleza que estructuras.
Madona de dos culturas,
de dos razas confundidas
que en tus montañas anidas
el polen de las alturas.
Cuna de real vasallaje
de raza indiana y bravía
que escuda con su hidalguía
el bronce de su linaje.
Abolengo en tu plumaje
de nobleza cincelada,
tu estirpe quedó callada
en el blasón del paisaje.
II
Sutil y reincidente
tu tradición se engalana,
septiembre de hoy y mañana,
ritual y fosforescente.
Tu luna en cuarto creciente
almidona tus montañas
y le pinta telarañas
a tu noche transparente.
Ausencias de jacarandas
lloran tus calles de día,
en tardes tibias y blandas
añoradas de alegría;
y cuando declina el día
sobre un lecho de amapolas,
tu siesta duermes a solas
beodo de melancolía…
III
Perlado en mi fantasía
con tus campanas despierto
y en octosílabo abierto
cantando voy tu alegría,
con trinos de chirimía
amanece tu mañana
con fustán de tarlatana
y enaguas de fantasía.
Sobre el barro emparedado
de los tejados se acuesta
un arco iris de fiesta
por un sol atravesado.
Papel de china rayado
cuelga en cohetes de varita
y entre el jolgorio se agita
el pueblo emperifollado.
Folklore de ritos y gamas
donde un cierzo inadvertido
el amor engendra un nido
bajo toldos de chinamas.
Olor a tierra mojada,
olor a “membrillo” verde,
tras la tarde que se pierde
por anemia desahuciada:
surge una noche embriagada
en tinajas de curtiembre.
¡Tierra de fiesta y septiembre
en mi verso desmayada!