Creo que en la mayoría de los Departamentos de Guatemala el recién pasado 15 de diciembre iniciaron las llamadas “posadas”. Una tradición bonita y rica en cultura de esta nación. Espero que esta tradición chapina ayude a quienes participan en las mismas, a reflexionar sobre lo que realmente significan las “posadas”.
Cuando hablamos de “posada” nos estamos refiriendo al hecho de darle hospedaje, de darle un lugarcito, en este caso, a la los padres de Jesús. Pero trasladando esta imagen a nuestra vida cotidiana, valdría la pena darle hospedaje, posada a algunos valores y virtudes que pueden ayudarnos a transformar nuestra propia vida y la de las demás personas.
Lo primero que tenemos que hacer para darle posada a algunos valores es, comenzar por “ver” nuestra realidad personal, familiar, grupal y laboral. Puede ser que quienes estén hospedados en nuestra vida sean el odio, la envidia, el resentimiento, la violencia y ese deseo desenfrenado por acumular y acumular cosas materiales.
Si queremos una mejor familia, un mejor grupo, una mejor iglesia y un mejor país, no nos queda más que sacar todo ese montón de basura cumulada por años en nuestra vida, que nos ha convertido en personas mediocres, amargadas y frustradas. Cuanta más basura se tenga dentro, más fastidiaremos a los demás.
Es muy sano que todos reflexionemos sobre nuestra realidad. Si en términos generales su realidad está bastante bien, lo único que necesita es comprometerse a continuar en esa dinámica de crecimiento personal. Pero si al ver su realidad se da cuenta de que está en la calle de la amargura, haga algo, porque tarde o temprano esa visión de vida le pasará la factura y le saldrá caro.
Haga un espacio para las virtudes cardinales como la prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Sea prudente para pensar y hablar; sea justo con los demás; sea fuerte ante las adversidades de la vida y haga un uso moderado (templado) de las cosas materiales. Estas virtudes fueron puestas en práctica por Jesús, por lo tanto, haga un espacio para Dios en su vida. Pero un Dios cercano y misericordioso. Un Dios humano, que tiene tacto y delicadeza para tratar a sus hijos.
Haga un espacio para los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Estos consejos puestos en práctica por Cristo, necesitan un espacio en esas cabezas duras y corazones de piedra. Vivir una vida sin lujos para ser más libre para amar a Dios y al prójimo; hacer un buen eso de la sexualidad, y ser más obedientes (no sumisos) a nuestros superiores, cambiaría el rumbo de la iglesia y de este país.
Finalmente, haga un espacio a las tres grandes virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Para que su fe crezca, necesita enamorarse cada día más de Dios. Estar y vivir enamorado de Dios evitará continuar cometiendo estupideces personales y grupales a diestra y siniestra. Estar enamorado de Dios hace que uno no se meta en lo que no le importa; y jode menos.
No perdamos la esperanza de que mañana viviremos en un mejor país y en una mejor iglesia. Hay que tener esperanza que los mediocres poco a poco se destruirán entre sí mismos; y no les quedará más que tragarse su propio vómito. Eso sí, viva este día de manera extraordinaria, tomando en cuenta que el día presente siempre ayuda al día siguiente.
Pero sobre todo practiquemos el amor hacia los demás y hacia Dios. Tengamos caridad para tratar a los demás, porque la medida que usemos para tratar a los otros, esa misa será usada para medirnos a nosotros mismos. Tratemos a los demás como nosotros queremos ser trasados. Desde ya les deseo ¡Felices Fiestas de fin de año!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.