Al momento de escribir esta columna de opinión, nos queda exactamente 52 horas para que culmine la segunda fase de este singular, carismático y chistoso proceso electoral 2023. A manera de repaso, la primera fase inició el 20 de enero recién pasado, cuando este trasnochado tribunal supremo electoral -así con minúscula-, convocó a elecciones.
De acuerdo a las reglas definidas por los magistrados de la séptima magistratura del tse -perdón, siempre con minúscula-, este 25 de marzo a las 24 horas, se cerrará el padrón electoral y también la inscripción de candidatos a puestos de elección -presidencia, vicepresidencia, diputados al congreso de la república y al PARLACEN, alcaldes y corporaciones municipales-. Es importante mencionar e insistir que, la participación de la ciudadanía en este evento electoral tanto para elegir como para ser electo, es primordial para seguir abonando a esta endeble, desnutrida y enferma democracia que tenemos los guatemaltecos.
Para mal de nosotros y bienestar de la clase politiquera, no hay otro camino que luchar en esta “fiesta cívica” para lograr espacios de participación y decisión. No hay palabras para expresar el repudio, la malicia al vedarnos el derecho de elegir y ser electo. Es incuestionable la labor corrupta y delincuencial del pacto de corrupto para fraguar una vez más, fraude electoral. No se puede tapar el sol con un dedo, reza un dicho popular.
Según datos de este tse del 21 de marzo del año en curso, a las 22 horas, se habían empadronado 9 millones 275 mil 288 personas para ejercer el voto. De este total, el 0.95% -88,598- son hermanos comunitarios que no han tenido otra opción que residir en el extranjero, este dato es por demás importante y necesario para hacer un rápido análisis. El 11 de julio 2020, la cancillería guatemalteca informó que del período de 2015 a 2020 más de 3.4 millones de guatemaltecos han migrado a EEUU. Indican que, en un año más de 695 mil 702 personas han solicitado documentos de identificación. Entonces, al Estado no le interesa por ningún motivo que, los hermanos residentes en el extranjero ejerzan su derecho al voto, no se ha hecho casi ningún esfuerzo para llevarles este derecho allá en el extranjero. Reitero, solo 88,598 personas están empadronadas, no es ni el 3% del total de hermanos residentes en EEUU. Ah, pero el Estado ya está pensando en poner impuestos a las remesas familiares que por millones envían nuestros hermanos, dicho sea de paso, en el año 2022 enviaron 18 mil 40 millones de dólares.
Regresando al tema eleccionario, el 54% de los empadronados corresponden a mujeres y de este porcentaje el 23% son analfabetas, mientras que en el caso de los hombres es el 13%; ¡por Dios!, y los grandes logros del gobierno en cuanto a educación, ¿dónde carajos están!? Por supuesto, al sistema ni por asomo le interesa que los votantes puedan elegir, entre más analfabetos hay, mejor para el sistema.
Quiero referirme específicamente al caso de Totonicapán, departamento muy especial, con espíritu guerrero, pueblo que, junto a Quetzaltenango, conformaron el Sexto Estado de los Altos. Del total del padrón electoral tiene el 3% -242,031 personas empadronadas-, de éstos, 139 mil 629 son mujeres -58%-, y, otra vez, el 36% son analfabetas y en el caso de los hombres, el 16% no sabe leer ni escribir. Estos porcentajes de analfabetismo en Totonicapán, retratan a cuerpo entero la forma vil y despreciable que los políticos han tratado a este noble pueblo. También debe verse desde otra perspectiva, es decir, como algunas autoridades comunales, lideres religiosos, etc., se han dejado manosear por los mercaderes de la política y no han tenido la valentía de exigir los derechos de sus comunitarios; si tan solo pudiéramos leer y escribir, otra historia tendría nuestro Totonicapán, nuestra Guatemala.
Así las cosas, nuestra esperanza está en ese 14% de los empadronados en Totonicapán, ellos son jóvenes de 18 a 25 años, estoy seguro que, un buen porcentaje sí sabe leer, sí sabrá elegir y sí sabrá votar. El 64% corresponde a personas con un rango de edad entre 26 y 55 años, personas adultas y el restante 22% son personas más de 56 años.
Estimado lector, el fraude se está perfeccionando, pero, nosotros tenemos la última palabra, debemos elegir, luego, votar.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.