La primera vez que se efectuó una actividad literaria de este tipo fue en Roma, en el año 173 a.C., en un festejo a la diosa Flora (de allí su nombre Ludi Floreales). Con los años se replicó la actividad en otros lugares; consta que en el año 1,300 se realizaron Juegos Florales en Toulouse, Francia, para luego celebrarse en España en el siglo XV.
En Quetzaltenango fueron propuestos en Junio de 1916 por el Concejal Osmundo Arriola –poeta– habiendo recibido de inmediato el apoyo de la Corporación presidida por don Manuel Sáenz Mérida. Desde esa fecha se han celebrado setenta y nueve ediciones en las que se ha buscado enaltecer el idioma mediante el estímulo a la creatividad, la belleza y la imaginación. Fueron suspendidos por diez años durante la dictadura del Presidente General Jorge Ubico quien no aceptaba que el arte, y la literatura en particular, expresaran la realidad que se vivía en la sociedad. ç
Es tradición de los Juegos Florales de Quetzaltenango que cuando un poeta ha ganado tres veces el primer lugar se le declara como maestro del Gay Saber. El “Gay Saber”, también conocido como “alegre saber” o “gaya ciencia”, es un término aplicado a la poesía desde la época de los trovadores. Han sido declarados como Maestros del Gay Saber los poetas: Werner Ovalle López y David Escobar Galindo.
De igual manera a los que obtienen tres veces el primer lugar en teatro se les declara como “Maestres de la Dramaturgia”, distinción que han obtenido Manuel Corletto, Víctor Hugo Cruz, William Lemus, Rubén E. Nájera y Carlos Véliz.
En el siglo transcurrido desde que se iniciaron los Juegos Florales de Quetzaltenango han sido premiados literatos de diversos países, todos connotados. Vale recordar algunos nombres y sus obras para certificar la aseveración.
El primero de ellos, Osmundo Arriola obtuvo el primer lugar en verso con su “Canto a Minerva”, y nuevamente es premiado en 1917 con su obra “Querido Rincón”. En el año 1918 el primer lugar lo obtuvo Alberto Velásquez, con su “Madrigal en voz baja”; quien lo ganó nuevamente en 1927 con su obra en verso “El amigo”. Otro destacado poeta, el Doctor Werner Ovalle López obtiene el primer lugar en 1948 con su obra “Tres cantos y una elegía”; repite como poeta laureado en el año 1950 con “Poemas de búsqueda”. Otro destacado poeta premiado en Juegos Florales fue Víctor Villagrán Amaya, quien ganó un primer lugar en verso en 1951 con “Romances añejos”. Tres años (1980, 1981, 1983), obtuvo un primer lugar el poeta salvadoreño David Escobar Galindo con “Las máscaras yacentes”, “Canción para el álbum Perséfone” y “Libro de la buena estrella”.
En esa larga lista de literatos premiados aparecen personajes como Carlos Wyld Ospina, Adolfo Drago Bracco (dramaturgo), Carlos Rodríguez Cerna, Huberto E. Alvarado, Emiro Fuensanta, Angelina Acuña, Eloy Amado Herrera, Olga Martínez Torres, J. Antonio de la Roca, Alberto Fuentes Castillo, Otto Raúl González, Alberto Fuentes Mohr, Virgilio Rodríguez Macal (novelista), Héctor Gálvez Estrada, Hugo Lindo, Carlos Navarrete, Margarita Carrera, Roberto Paz y Paz, Federico Rodolfo Pardo, Alfredo Garrido Antillón, Ana María Pacheco de Tello, Augusto Meneses, Juan Francisco Manrique, Carlos Enrique Álvarez, René Acuña Sandoval, Manuel José Arce, Manolo Cotero Aragón, Carmen Escribano de León, Raúl Carrillo, Marco Augusto Quiroa, Rafael Zea Ruano, Oscar Acosta, Raúl Carrillo, Ligia Bernal, Flavio Herrera, Miguel Ángel Vásquez, María del Carmen Escobar, Doris Putzeys de Fuentes, Enrique Juárez Toledo, Rafael Guillén, Claudia Lars, Alfonso Enrique Barrientos y Jorge Sarmientos.
Para realizar la actividad ha funcionado una “Comisión Permanente de Juegos Florales” integrada por personalidades que trabajando ad honorem han sabido preservar la labor.