Amanecí con la novedad de una interrogante rescatada del olvido: ¿Dónde dejé mi libro de Barbuchín? Trato de recordar en qué lugar de la casa lo puse algún día de mi infancia y por qué ya nunca más lo volví a ver. ¿Fue en el estante de los libros atascado de útiles escolares? ¿En la mesa del comedor luego de hacer la tarea? ¿Debajo de mi almohada? ¿En qué momento el mundo cambió tanto?
Entiendo que por más que lo busque en los rincones de mi casa, jamás lo encontraré y entonces llego a lo inevitable: He perdido mi ejemplar de Barbuchín. Mis heridas pueden sanar, puedo recuperar lo material y sobrevivir a las noches más frías, pero perder mi libro de Barbuchín es algo que no puedo perdonarme.
Trato de recordar cómo era mi libro: vuelvo, años después, a asociar los textos con las figuras de la Arañita Tejedora, el gatito Micifuz, los pollitos que pelean, Ratonín, La Pulguita y el Pijo, el bebé volador y el Tragaleguas.
Sobre todo el Tragaleguas. Un hombre gigante de larguísimas piernas que anda y anda por el mundo teniendo una vista impresionante sobre lo que hay más allá. Recuerdo que de pequeño me daba miedo porque imaginaba que levantaría el techo de mi casa solo para asustarme.
Transcurre el día y llego a una conclusión reveladora: quizás mi libro de Barbuchín no se perdió, sino que se transformó en un componente de mi identidad y que sus historias, con las que aprendí a leer, me estaban enseñando a tejer mi propia narrativa con la que ahora busco comprender las cosas de la vida.
No he perdido mi libro de Barbuchín; ahora lo comprendo, porque siempre puedo volver a imaginar, así como lo hice cuando me sumergí en la lectura de aquellas fascinantes historias.
Lo llevo dentro de mí, porque lo recuerdo y puedo regresar a él siempre que lo necesite. Por ejemplo, cuando no tenga claro cuál de todos los caminos tomar, siempre puedo intentar ser el Tragaleguas: imaginar que doy pasos de gigante, hasta que mis ojos puedan vislumbrar lo que hay más allá.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).