Trata la historia de tres hermanos, hábiles magos, que engañan a la muerte cuando levantan un puente a la hora de cruzar un río demasiado profundo. La muerte, más astuta, finge felicitarlos en medio del puente y les brinda, a modo de engaño, un premio a cada uno. Un deseo que, irónicamente, tiene la intención de acercarlos a su final.
Cada hermano representa una circunstancia de la vida: la ambición desmedida; la añoranza de lo que ya fue y la prudencia.
El primer hermano pide tener la varita más poderosa del mundo mágico, el segundo hermano pide el poder de la resurrección para traer a su amada del más allá, mientras que el tercer hermano, el menor y el más humilde, pide algo que le permita marcharse de ese lugar sin que ella pueda seguirlo: La muerte le entrega al hermano menor su propia capa de invisibilidad.
La muerte le da a cada uno lo que pide y ellos se van. Efectivamente, con el paso de las horas, ella reclama a los primeros dos hermanos, pero al tercero ni siquiera, con el paso de los años, puede encontrar para vigilarlo.
La fábula de los tres hermanos es un cuento, dentro de otro cuento, en Harry Potter y las reliquias de la muerte de J.K. Rowling. Explora, para mí, las diferentes formas en que podemos tomar decisiones, especialmente la del tercer hermano, quien vive una vida muy larga y sencilla a través de su capa de invisibilidad que representa la prudencia, encontrando la serenidad y la sencillez a través de ella.
Vivir con prudencia, nos enseña esta fábula, es un arte que se reserva a los sabios. Nos invita a disfrutar de lo que nos ofrece el presente y en lugar de convertirnos en personas que buscan el poder de forma obsesiva o que se quedan estancadas en el pasado. Claro, eso no significa renunciar a nuestras ambiciones saludables, más bien, se trata de mantener el equilibrio entre lo simple del aquí y del ahora.
El tercer hermano, ya viejo y muy cansado de haberlo visto todo, le hereda la capa de invisibilidad a su hijo y recibe a la muerte como si fuera una vieja amiga: sin temor, sin ansiedad, sin nada más que hacer y sin otro lugar a donde ir.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).