La vida es como una carrera. Pero no una carrera cualquiera. No es una carrera de velocidad. Más bien es una carrera de resistencia, llena de obstáculos a vencer, así como estaciones de disfrute y descanso que son tan necesarios. En muchos de los tramos de la carrera se corre en solitario; otras veces acompañado. Pero la mayor parte de las veces en solitario tenemos que resolver los avatares de la vida que se presentan. Muchos de esos avatares vienen sin avisar, sorpresivamente llegan sin poderlos evadir más que enfrentarlos. Sin embargo, hay un hecho que es trascendental: y es que, si no hay metas, la carrera es en vano. Al tener metas claras, la vida cobra sentido; adquiere significado. Además de que las metas también nos mantienen enfocados en el objetivo. Nos da sentido de dirección. De tal manera que uno de los puntos a evaluar en nuestra vida empresarial, profesional, matrimonial, familiar o en cualquier área de la vida, es ver si la meta se está cumpliendo. Lamentablemente llegamos al ocaso de nuestra vida, mal vivida, mal enfocada y sin sentido.
Hebreos 12:1-2 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. El escritor de este libro nos da cierto enfoque en la carrera de la vida. Un aspecto importante de esta carrera, es despojarse de todo peso que nos esté asediando. Este peso puede involucrar nuestras emociones; por cierto, muy desequilibradas en ésta época de estrés. Un detalle significativo en el empresario y profesional actual es el estrés. El nivel de competitividad que se maneje, junto con el tipo de empresa o negocio que se tenga, así será el peso emocional acumulado. Otros tienen cargas emocionales de odio, rencilla, amargura, falta de perdón por hechos del pasado. Persona que ya murieron pero que las siguen cargando sobre sus espaldas, con lo que implica cargar a un muerto.
Otro detalle del escritor, es que nos invita a correr con paciencia. Esto es difícil pensarlo para una persona competitiva, acostumbrada a sus marcas personales logradas. La paciencia significa calma o tranquilidad para esperar. En la vida, lo que hoy no puede resolverse, seguramente se resolverá mañana. A veces esperar es más que suficiente para resolver una situación. Otras veces, no están dadas las condiciones para resolver el problema o reto no quedando otra cosa más que esperar.
La carrera que llevamos es por delante. Es comparable al tamaño del vidrio delantero de un auto, comparable con el retrovisor; hay una enorme diferencia que significa que el futuro y metas están por delante. Las miradas atrás son sólo para ver posicionamiento o referencia, no para retroceder en nuestra visión el autor nos invita a que, en la carrera de la vida, pongamos nuestros ojos en Jesús. Puestos los ojos en Él impedirá perder el norte direccional. Al poner nuestros ojos en Él, vemos el final de la meta con gozo. Es un gozo anticipado a lograr la meta. Al poner los ojos en Jesús, aseguras la vida eterna por el perdón de nuestros yerros. Corre con paciencia. Corre con enfoque. Corre con metas.
Cardiólogo - Coach/Conferencista coachedwinibarra@gmail.com