Mi personaje preferido de todo el mundo mágico de Harry Potter es Hermione Granger. La alumna más ejemplar de Hogwarts: disciplinada, inteligente, diligente y entusiasta.
A pesar del hostigamiento que sufre por parte de estudiantes de la casa de Slytherin, no abandona su curiosidad por aprender. Es ella una piedra angular que ayuda al Ejército de Dumbledore a ganar la segunda guerra mágica.
Hermione, hija de padres muggles, es quien descubre que el perro de tres cabezas, Fluffy, custodia la piedra filosofal; desentraña el misterio del basilisco antes de ser petrificada; elabora a la primera vez la poción multijugos y hace girar el giratiempo que permite que Sirius Black, el prisionero de Azkaban, pueda ser libre regresando al pasado y haciendo que más de uno se salve. Además, sale en defensa de los pobres elfos domésticos creando una sociedad en favor de los derechos de los mismos.
Sin embargo, en el IV libro, Harry Potter y el cáliz de fuego, se enfrenta a lo que, para mí, es el primer desafío que la definirá por el resto de la saga y más allá de ella: La pubertad, su paso de niña a mujer.
Durante ese cuarto año de estudios, pasa de ser un estudiante concentrada en sus ambiciones (que la llevarán a ser la bruja más fuerte de la historia), a descubrir los primeros indicios de cambios en sí misma, llenándola de una compleja inseguridad mientras una nueva identidad brota en ella.
Ese año se celebra el Torneo de los Tres Magos, y como es tradición, para dicho evento se realiza el Baile de Navidad con alumnos de las tres escuelas que participan en la competencia: Beauxbatons, Durmstrang y Hogwarts. Todos los alumnos tienen presión durante esos días, pues deben conseguir pareja para el baile.
Hermione tiene un secreto: comienza a fijarse en Ron Weasley, el mejor amigo de Harry Potter, como algo más que un compañero de aventuras. Si antes llegó a odiarlo, ahora se pregunta por qué está pensando en él.
Espera paciente algo de él, quizás durante todas las noches previo al Baile de Navidad. Espera que sea Ron Weasley quien la invite como pareja para asistir al baile. Ron, por su parte, tan ingenuo, apenas descubre ese año que Hermione es una chica.
Ron no la invita a salir como pareja, sino, en cambio, le propone que vaya con alguno de los dos (Harry o él) tan solo por compañerismo, para salir del paso de esa noche. Hermione se siente ofendida y asegura que ya la ha invitado alguien más: es un atleta, Viktor Krum, jugador profesional, alumno de Durmstrang, estrella de Quidditch y rival de Potter.
Llega esa gran noche. Ron, siempre alejado de lo que le rodea, siente el golpe de realidad cuando mira a Hermione llegando al baile con Krum, es entonces que en él también nace una nueva emoción: los celos.
Pelea con Hermione a la primera oportunidad que tiene esa noche, le dice que no se junte con Victor Krum, porque está fraternizando con el enemigo.
Hermione explota, le da rabia, se molesta, porque tardó más de tres horas arreglándose para ir a una fiesta con la que quiso ir con él, pero que tuvo que terminar asistiendo con otro, guapo sí, pero con otro. El corazón se le infla. Está llena de ira.
—¡La próxima vez que haya un baile, pídeme que sea tu pareja antes que ningún otro, y no como último recurso! —le responde a Ron y sale llorando del Baile de Navidad.
Demostrados al fin sus nuevos sentimientos, Hermione y Ron inician esa noche un viaje que les tardará tres años en consumar en la más hermosa historia de amor del mundo mágico.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).