PUNTUAL
Mañana se cumplen los primeros 365 días de 1,460 días que se proyectan de Alejandro Giammattei en el poder del organismo Ejecutivo. Le quedan 1,095 días, si llega a concluir su cuatrienio en el cargo.
A Giammattei no se le podría comparar con sus antecesores, por muchas razones, especialmente porque le toca en un tiempo de pandemia, pero en términos generales es una administración más, por lo que los indicadores tienen que ser vistos con eficiencia o incumplimiento.
Si le preguntamos a los ciudadanos, la mayoría lo reprueba, según un sondeo de La Voz de Xela: el 86.4% lo reprueba y solo un 13.6% lo aprueba en su gestión. La pandemia no es la causa de estos resultados, porque incluso pudo ser una oportunidad para responder, resolver y accionar y con ello ser bien visto por la población.
El Covid-19 marca el primer año de este gobierno y probablemente el segundo y tercero, lo cuál no debería ser excusa para atender otros grandes temas de Nación como la economía, la seguridad, la educación y el desarrollo integral del país que, incluye la infraestructura necesaria y urgente. Recuerdo cuando dijo Giammattei que ya dejaba el tema y que se iba a dedicar a gobernar, pero esa transición entre pandemia y agenda de los grandes temas de país no se ve por ningún lado.
Giammattei está en un punto de quiebre, entre continuar en desaprobación o reinventarse y combinar su agenda con la atención de la salud de los guatemaltecos y atender los grandes temas por los que fue electo como posibilidad de cambio.
El presidente no debería ser como el administrador de todo, como se percibe, por ejemplo, quiere desde comprar las vacunas hasta ponerlas por ser médico, eso no es posible, aquí se trata de dirigir y ordenar a las instancias correspondientes, a los ministerios y secretarías. Él debería estar enfocado en dirigir el barco y no en ser par de la orquesta.
Se percibe que el mandatario quiere tener control de todo y ejecutar y eso no se puede en la magnitud de su cargo.
La atención a la pandemia es un reto, pero mayor desafío es mostrar fehacientemente transparencia en el manejo de los millones de quetzales que danzan en medio de la lucha contra el coronavirus. ¿Dónde está el dinero? No solo es dar cuentas, sino que demostrar que se están utilizando bien los recursos.
Dejar de gritar o mostrase enojado le ayudaría también en su imagen, porque cansado y enojado se expone irritado y eso le resta. La población lo percibe todo y no se compra el cuento ni del presidente. Los ciudadanos esperamos más, respeto, prudencia y consecuencia del gobernante.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación. CEO de La Voz de Xela, conferencista nacional e internacional y profesor universitario.