Por Licda. Arely Camey
A las nuevas generaciones no parece ser un tema que les preocupe, han transitado de la adolescencia a la madurez viendo en la palestra pública a mujeres liderando importantes instituciones que acaparan la atención mediática y la inclusión social es parte de su día a día a pesar que aún la niña sigue afrontando grandes problemas. Hemos tenido 3 fiscales generales mujeres al hilo y varias mujeres presidiendo los demás poderes del Estado. El problema radica en los votantes más adultos que todavía pudieran incorporar la variable de género a la hora de elegir.
La orfandad social que resiente actualmente el país, la cual proviene de la desigualdad económica, en un país en el que 6 de cada 10 personas son pobres y 1 de cada 2 niños padece desnutrición, coloca a nuestra sociedad en un urgente apremio por abrazar la tutela de un Estado protector. Pero ¿Qué es un Estado sino un cúmulo de leyes, procedimientos y burocracia que últimamente exhibe más estadísticas que satisfacción? ¿Quién es la cara visible del Estado o quién debe ser el rostro del Estado protector?
Lejos ha quedado el espíritu de la Constitución que organiza al Estado para supuestamente producir bienestar social. No hemos sido capaces como nación de generar abundante riqueza ni distribuir equitativamente los frutos de los pocos avances en la generación de conocimiento y otros réditos. Aun no estamos en la categoría de país exportador y nuestros indicadores de desarrollo humano son ínfimos. Los vicios de un Estado que no despega siguen presentes y se resienten en el bolsillo de la gran mayoría de guatemaltecos que no logran llegar a fin de mes porque el dinero no rinde, lo que determina en gran medida la decisión de miles de jóvenes por abandonar el país.
En esta corta campaña electoral hemos escuchado similares discursos porque los problemas de hace 50 años persisten. Más que un héroe, el país en este momento necesita un gobierno con rostro. Alguien que dé la cara por Guatemala y se comprometa con responsabilidad y un elevado sentido humano para ponerse en los zapatos de los demás. No alguien indiferente, prepotente y lejano, sino alguien a quien recurrir en busca de protección, de apoyo y de solidaridad. Sandra Torres es sinónimo de bienestar y es un rostro de mujer que necesita el gobierno, con la habilidad política de administrar el Estado porque ya lo conoce.
Sandra Torres, tal como lo ha estado diciendo ella misma, es la Mamá Gobierno que el país necesita. Una mamá cuidadora que no solo sea capaz de dar, sino que sea capaz de defender, de ordenar el país y exigir con firmeza cuando las cosas vayan mal. Guatemala es nuestra casa y estamos en un momento de inflación económica en donde nuestras finanzas deben ser administradas con la elasticidad con que una mamá administra los recursos del hogar para que el dinero rinda. A las mamás les cuadran las finanzas y, muy importante, una mamá sabe raspar la olla y sabe cuándo alguien ha tomado algo que no le pertenece. Es tiempo de una mamá gobierno, es tiempo de Sandra.