A lo largo de los años, siempre han predominado los directores técnicos extranjeros en nuestro futbol, pero ahora es muy evidente que exfutbolistas no sigan esa carrera; incluso, hay técnicos que ni siquiera han jugado en la Liga Mayor, ni profesionalmente en ninguna categoría, pero son los nuevos llamados estudiosos del futbol.
Ya había escrito algo relacionado hace algún tiempo, pero lo subrayo nuevamente porque sigue prevaleciendo el dominio del mercado de técnicos extranjeros en el medio. En la Liga Mayor, que consta de 12 equipos, nueve son técnicos foráneos y únicamente tres son locales, lo que significa que tres cuartas partes no nacieron en Guatemala. Aquí prevalecen dos aspectos que favorecen al mercado extranjero: la falta de confianza de los dirigentes en el recurso humano local y la falta de preparación, orientación y vocación de los técnicos locales. Realmente, han pasado cientos de jugadores por nuestro fútbol y menos del 2% dirigen en nuestras ligas. De todos esos exfutbolistas cuyo siguiente paso era ser técnicos y dirigir equipos profesionales, la mayoría se dedicó a otras actividades.
Actualmente, los técnicos nacionales son Amarini Villatoro (Xelaju MC), Fabricio Benítez (Mixco) y Pezzarrozi a Antigua GFC, únicamente. ¿Cuántos exfutbolistas se han retirado en las últimas tres décadas? Quizás unos 1 mil jugadores, quienes fácilmente podrían haberse convertido en directores técnicos hoy. Puedo enumerar a Luis Amílcar Castro, Juan Manuel Dávila, Alan Wellman, Geovany Hernández, Luis Guillermo Rodríguez, Juan Manuel Carrillo, etc. Podría llenar hojas y hojas de futbolistas retirados, pero como mencioné anteriormente, es una minoría la que sigue esta carrera llena de desafíos, alegrías y tristezas.
La causa fundamental radica en la entidad encargada de capacitar al recurso humano, en este caso, la Federación de Futbol. Desafortunadamente, todas las cursos o licencias de actualización deben cursarse en la ciudad capital, volviéndose a centralizar, cuando hasta hace 10 años algunas sedes como Quetzaltenango lo permitían. No hay cursos de entrenadores en las sedes departamentales.
Esto resta significativamente la preparación de nuestro recurso humano departamental, quienes podrían cursar las licencias A, B y C, así como la Licencia PRO. Además, aparte de tener que viajar a la capital, el costo de cada curso ronda entre Q4 mil y Q10 mil. Esto resulta inaccesible para personas que ganan el salario mínimo en nuestro país, impidiéndoles enriquecerse o profesionalizarse para tener mayores capacidades y, por ende, transmitirlas a sus dirigidos, buscando un mejor desarrollo deportivo e integral en las nuevas generaciones.
Concluimos que no solo es necesario en el fútbol competitivo, sino también en torneos amateur juveniles e infantiles, donde la FEDEFUT debería estar presente. En este caso, no solo no están en los departamentos, sino que estos cursos también son costosos. En las ligas inferiores, ya no solo es necesario que el vecino «Don Juan» sea colaborativo en organizar un equipo de barrio, sino que también tenga herramientas didácticas para que el futbolista crezca como persona y, por supuesto, como profesional.
Ojalá las entidades antes mencionadas mejoren su papel como facilitadores de desarrollo, y así dejemos de repatriar futbolistas no nacidos aquí y que tengan descendencia chapina. Esto es prueba de que no invertimos en nuestro deporte local y también dejamos de trabajar en la masificación profesional del deporte rey, el futbol en Guatemala.