La axiología es un ejercicio filosófico que nos orienta en el análisis de los valores éticos, morales, estéticos, crematísticos, etc. El valor del ser y del somos es un fenómeno discutido por filósofos, por doctrinas religiosas, humanistas y sociales, que no se puede abordar desde una verdad absoluta, ambos conceptos son abstractos y nos llevan a dimensiones mentales de reflexión, que no siempre pueden ser definidas.
El hombre es dual en muchos aspectos, es una característica que nos identifica. Nacemos bajo estas dos condiciones: el ser y el somos, la primera hará referencia a la conciencia, a lo interior desde el punto de vista individual, y que se rige por los principios y creencias que alberga nuestra mente; según lo describiera la Biblia, es del corazón del hombre donde nacen el bien y el mal. Entonces, esa intimidad del ser es el fundamento sobre el cual se manifestarán nuestras acciones, y estas acciones, aunque deliberadas, de alguna manera estarán sujetas al somos, centrado sobre todo en el complejo cultural, en lo que la sociedad ha establecido como correcto y que nos identifica como familia, institución, comunidad, país, etc.
Nuestros pensamientos y deseos que se convierten en acciones están ligados al valor ético, al carácter que nos distingue como ser y que tienen la característica de universalidad, es decir, el respeto, ese respeto aquí en Guatemala y allá en Japón, la honestidad es honestidad en África y en Europa; mientras que el valor moral es aquello que nos distingue de forma social: las costumbres, las tradiciones, el folclore, la gastronomía; para ejemplificar, podemos pensar en las mujeres cuello de jirafa en África o el templo de las ratas en la India, acciones sociales que distan de lo que hacemos en Guatemala.
Lo que es preocupante es que los valores también tienen la característica de ser polares, es decir, para todo valor, hay un antivalor, la práctica de los antivalores pone de manifiesto carencias sociales, en Guatemala nos hemos atrevido incluso a ponerle nombre a estas carencias, “la hora chapina”, por ejemplo, a la impuntualidad.
Es necesario que, para reforzar nuestro carácter individual y nuestra estructura social, empecemos a reflexionar sobre, qué pienso, digo, siento y cómo lo hago, cómo lo hacemos, por qué lo hacemos. Sería preciso que empecemos a transformarnos desde el ser y que afecte positivamente al somos.
Por Pamela Vargas