Escribió Jorge Luis Borges: “Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar; el tiempo ha sido mi Demócrito”. Este punto sublime de su obra maestra “Elogio de la sombra”, hace referencia a la leyenda de que el filósofo griego, con la finalidad de que no le estorbarán en su meditación, se quitó los ojos en un jardín. Prosigue Borges en su propia meditación: “Esta penumbra es lenta y no duele; fluye por un manso declive y se parece a la eternidad”.
Andrea Bocelli, me parece un ser humano extraordinario. Hay textos que indican que a sus padres les advirtieron que nacería con discapacidad y les recomendaron el aborto. Hoy Bocelli, quien terminó de perder la vista a los 12 años, tiene 64 años, una voz sublime que ha inspirado a muchos, es políglota, tiene conciertos agendados incluso hasta noviembre de 2024 y ha hecho de su ceguera una gran aliada para alcanzar la sabiduría.
Es emocionante intentar comprender cómo, a pesar de las circunstancias del mundo externo, nosotros siempre podemos decidir cómo vivir la vida, cómo responder a lo que sucede y con qué sosiego afrontar los hechos. Eso, considero, es una forma que toma la belleza.
He sentido recomendable que, en algún punto del día, queramos encontrarnos o dejarnos encontrar por la belleza. A veces salir a buscarla con calma, a veces esperarla con paciencia y siempre teniendo la certeza de que acudirá al encuentro.
Y cuando llega a mí, termino sonriendo ligeramente. Siempre que viene, la acompaña un nuevo sentimiento. Disfruto ese momento porque surge mi propia serenidad, que tanto he observado ejecutan con maestría Borges y Bocelli, y luego, me dan unas intensas ganas de seguir caminando otro poquito.