La principal razón por la cual se explica el auto-golpe de Estado que el 1ro de Junio de 1897 dio el entonces Presidente de la Republica, General José María Reina Barrios, mediante el cual disolvió la Asamblea y convocó a una nueva Constitución fue, sin duda, el malestar generalizado por la crisis económico-financiera en que cayó el país, derivado de los excesivos gastos incurridos en las suntuosas construcciones llevadas a cabo en la Ciudad Capital, así como en la onerosa e ineficaz Exposición Centroamericana y otros lujos y boatos a los que el General era aficionado. La pretensión del General Reina Barrios era que su periodo presidencial no concluyera en 1898, como correspondía, sino posponerlo por cuatro años más, asumiendo que el Estado de Guatemala obtendría un préstamo que estaba en gestión mediante el cual podría salvar la situación de crisis financiera. Pero para su infortunio, ya se había abierto el proceso eleccionario, y tres candidatos a la Presidencia habían iniciado el proselitismo por lo que no aceptaron la decisión presidencial, y no solo se pronunciaron públicamente en contra, sino que dos de ellos, el General Daniel Fuentes Barrios y el Coronel Próspero Morales se alzaron en armas e iniciaron una movilización militar que provocó que en un desesperado esfuerzo por frenar su avance, el Presidente ordenara el fusilamiento del empresario quetzalteco don Juan Aparicio, y del Alcalde de la Ciudad de Quetzaltenango Licenciado Sinforoso Aguilar.
Pasados unos meses, y cuando parecía que la vida citadina había vuelto a la normalidad, aconteció que se encontraba en la ciudad una compañía de teatro extranjera en la que actuaba como cantante Josefina Roca, con quien el Presidente sostenía una relación amorosa. La noche del lunes 7 de febrero de 1898 Reina Barrios fue a visitarle a su residencia, situada en la novena calle cerca de la Iglesia de Guadalupe, acompañado a cierta distancia para no llamar la atención, por dos miembros de su seguridad, el Coronel Julio Roldán y el Capitán Ernesto Aldana. Cuando cruzaba por la quinta avenida y novena calle, a los pocos pasos se le acercó una persona que le saludo en inglés (idioma que el Presidente dominaba), diciéndole “Good evening, Mister President”, saludo al que el Presidente iba a responder cuando recibió un balazo mortal que le penetró por la boca cayendo muerto instantáneamente. La seguridad del Presidente corrió al asesino dándole alcance una cuadra más abajo, lugar en que lo acribillaron a balazos.
Al día siguiente la prensa dio a conocer el magnicidio, y el nombre del asesino: Oscar Zollinger, de quien no se sabía más que había sido trabajador de la familia Aparicio, y que desde hacía dos meses se hospedaba en el Hotel Germania. Las pesquisas para averiguar sobre el motivo del crimen fueron prohibidas por quien asumiría la presidencia inmediatamente después, el Licenciado Manuel Estrada Cabrera.
Pasado los años, se sabe que el verdadero nombre del asesino fue Edgar August James Zollinger, originario de Inglaterra, y quien fue compañero de estudios de los hermanos Rafael y Eduardo Aparicio Mérida en Brighton College, en Sussex, cerca del Canal de la Mancha. El joven Zollinger vino a sus 19 años de edad a Guatemala a trabajar para la familia Aparicio, quienes le encomendaron administrar una de sus fincas: Palmira, en Chuvá, Colomba. Y la razón que se ha aducido por la cual cometió el magnicidio fue para vengar el crimen contra su patrón, don Juan Aparicio Mérida. Se dijo también que lo hizo porque se había enamorado de Julia, una hija de don Juan, pero no hay que soslayar que el joven Zollinger, que cuando el magnicidio tenía apenas 21 años, padecía de una enfermedad y había sido desahuciado por los médicos, por lo que no temía perder la vida en una aventura tan arriesgada.