Esto es muy interesante: «La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no». Estas claras palabras son del filósofo griego Epicteto (35 d.C. – 135 d.C.).
Las palabras de Epicteto, más allá de suponer una filosofía ancestral que todos pueden estudiar, han atravesado la espina dorsal de enfoques terapéuticos modernos en la psicología clínica, como la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), cuya finalidad es hacer del paciente su propio terapeuta.
Cuando una persona se da cuenta de que algunas cosas no las puede cambiar, como la muerte de un ser querido, una tempestad durante un día importante, un robo, la conducta de los demás o la enfermedad crónica, deja que lleguen a su vida y las acepta, porque ha comprendido que los intereses que verdaderamente le preocupan son aquellos en donde sí puede intervenir y controlar.
En cambio, quien no acepta que los elementos externos a él sucedan, querrá regresar el tiempo, hacerle berrinche a su vida, culpar a los demás o enojarse, lo que a la larga le generará poca tolerancia cuando la frustración llegue a su vida.
«Recordemos también que, si pensamos que podemos llevar las riendas de cosas que por naturaleza escapan a nuestro control, o si intentamos adoptar los asuntos de otros como propios, nuestros esfuerzos se verán desbaratados y nos convertiremos en personas frustradas, ansiosas y críticonas», dice Epicteto en su Manual de Vida.
Las personas, cuando son conscientes de que están frustradas, adoptan un nuevo pensamiento. Darse cuenta de que su situación les permite volver en palabras sus emociones y transformarlas en algo más racional.
Por ejemplo, si alguien de quien no tenemos el control en verdad, externo a nosotros, como un amigo, nos defrauda, quien tenga poca tolerancia a la frustración quizá le reproche, se enoje con él, lo insulte o lo golpee y termine por decirle: «Eres una mala persona».
Sin embargo, quien hace consciente su frustración se da cuenta de que lo que ocurrió en verdad fue un error de su amigo y no suyo (es decir, algo que no puede controlar). Esa idea la transforma en lenguaje (algo que sí puede controlar) y se tranquiliza al tener herramientas para saber lo que le está pasando y quizá termine por decirle de forma coherente: «Vaya, simplemente me has decepcionado».
El hombre entonces pasa de tener poca tolerancia a la frustración a simplemente tolerancia a la frustración. Si te centras en verdad solo en lo que te concierne en tu vida, serás auténticamente libre.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).