Los habitantes del país han encontrado la mejor respuesta a la pregunta que plantea este editorial, frente al dolor ajeno, la catástrofe y el riesgo que asumen los cuerpos de socorro y de seguridad que contribuyen en las labores de rescate, en todos los departamentos se han volcado para ayudar a superar esta situación, cada quien en la medida y la manera posible.
La reacción de los guatemaltecos se resume en solidaridad y amor al prójimo, principios que nos caracterizan, como ha quedado demostrado en anteriores desastres provocados por fenómenos naturales y en casos de impacto. Las lamentables escenas observadas en las comunidades afectadas por la erupción del volcán de Fuego han conmovido al extremo, que no se ha escatimado esfuerzo por recaudar y llevar la ayuda. Y para cada iniciativa, sea individual u organizada, ha quedado claro que lo único que se requiere es voluntad.
Este desastre provocado por un fenómeno natural también ha generado reacciones fuera de nuestras fronteras. Varios países han proporcionado y ofrecido apoyo, y medios internacionales han comunicado la noticia, de una erupción que incluso es comparada con la del Vesubio, que sepultó la antigua ciudad de Pompeya, en Italia.
Por ahora, aún no es posible dimensionar la magnitud de la tragedia, que al final de los trabajos de rescate y recuento de las autoridades, puede ser peor de lo que hasta ahora se conoce, una realidad que no se puede cambiar. Es por ello que en Xela, sus municipios, y demás departamentos, los vecinos e instituciones están actuando desde el domingo para incidir en la realidad que sí pueden cambiar, y es la de miles de familias que han sobrevivido, pero que necesitan de ayuda.
En todo esto ha contribuido la inmediatez que caracteriza a la era de las redes sociales, medio por el cual la comunicación se ha facilitado, la noticia se ha hecho viral en pocas horas y las necesidades han sido expuestas, lo que ha movido a más personas a colaborar. Además, ha permitido conocer historias, tanto de los afectados como de quienes contribuyen, que han conmovido aún más a la población en general.
Quedará tiempo para reflexionar sobre esta nueva tragedia que afecta al país, y que, como en la mayoría de casos, impacta a comunidades en condición de vulnerabilidad; para establecer los protocolos de prevención y reacción, y evitar otro suceso tan lamentable como el que hoy se vive. Pero ahora, la atención y los esfuerzos están centrados en atender y responder a las necesidades de los damnificados.