Hay que poner los pies sobre la tierra y tener claro que este es un 14 de septiembre atípico, no tanto por el clima y el susto del reciente sismo, sino por el terremoto en contra del pueblo de Guatemala y del Estado, que han provocado los innombrables diputados al Congreso de la República.
La celebración en Xela sigue. Nadie va a parar el desfile de las bandas ni bajará el volumen de los conciertos, pero en la conciencia ciudadana debe haber un despertar, porque si eso no ocurre, lo que sigue podría ser catastrófico para el presente y el futuro de todos.
Ustedes seguramente se recuerdan que los políticos han querido meter gol en días de asueto o cuando y donde la gente está enfocada en otros asuntos, pero finalmente estos aliados de la opacidad son descubiertos. En Xela, la vez pasada construyeron una cadena de locales comerciales sin autorización, en terrenos del Zoológico Minerva, cuando la población se encontraba en días festivos. No obstante, al final la burda treta quedó desvelada.
Ayer, lo que pasó no fue distinto. Estos politicastros aliados de la opacidad y la impunidad pensaron que la gente no voltearía a ver al Congreso por estar a las puertas de los festejos patrios, pero pasó todo lo contrario y las redes sociales se estremecieron con un grito al unísono de rechazo al #PactoDeImpunidad orquestado por los diputados con tres objetivos en mente: frenar la fiscalización del financiamiento de los partidos políticos; librar a los secretarios generales de los partidos de toda responsabilidad ante eventuales reparos financieros; y librar de la cárcel a cualquier persona, sin importar el delito, si el hecho por el que se le acusa o sentencia no supera los diez años de prisión, bajo el principio de que la ley solo tiene efecto retroactivo cuando beneficia al acusado.
Obviamente, la maniobra no podría ser más clara en sus alcances: a) asegurar impunidad al presidente de la República, Jimmy Morales, en los señalamientos de financiamiento electoral ilícito por el que se pidió su desafuero; c) librar de persecución penal a los diputados Orlando Blanco y Roberto Villate, contra quienes se tramita antejuicio por anomalías en el financiamiento electoral de sus partidos UNE y Líder, respectivamente; d) asegurar la excarcelación de los numerosos políticos y empresarios que se encuentran en prisión por casos de corrupción, si reciben condenas de hasta diez años de cárcel.
Los siete diputados de Quetzaltenango no han tenido la capacidad -ni la van a tener- de proponer una ley o una reforma que beneficie a su territorio, pero eso sí, fueron unos descarados para ser parte de los 107 legisladores que apoyaron entusiastamente los cambios del mal recordado miércoles negro del 13 de septiembre, que solo fomentan la corrupción y la impunidad que mucho daño le han ocasionado a la sociedad.
Innumerables reacciones han habido en la atmósfera de las redes sociales, y otros miles de guatemaltecos han salido a las calles en todo el país, como la marcha pacífica que tuvo amplia convocatoria en Xela, con más de 300 participantes, y que salió del frente del Centro Universitario de Occidente y concluyó en el Parque Central. Estos quetzaltecos que levantaron su voz, más los miles de ciudadanos que no pudieron llegar, siguen esperando el anhelado cambio en la forma de hacer política y la administración proba y transparente del Estado, y que trágicamente no llega desde el descalabro del gobierno de Otto Pérez Molina
El presidente Jimmy Morales puede devolver los Q450 mil recibidos opaca e ilegalmente del Ejército como bono de responsabilidad; los diputados pueden reconocer que se equivocaron, y el mandatario también pude vetar las perversas reformas al Código Penal que se aprobaron el miércoles 13, pero eso no cambia nada. Lo que puede cambiar en el mañana es que cada uno comience por ser honesto y trabajador y cumpla con su Patria, no solo en septiembre, ni como espectador de desfiles. Parte de cumplir es levantar la voz. Y en las próximas elecciones, evitar lo más posible, volverse a equivocar, especialmente con quienes vayan a legislar.
Este 14 de septiembre atípico que sea para levantar la voz pacíficamente, porque el pueblo tiene razón, y estos cambios a la ley que favorecen la impunidad se quedaron solo en un intento más de frenar el generalizado anhelo de contar con un país con justicia y con oportunidades para todos.
Los descarados politiqueros deben entender, de una vez por todas, que ninguno de sus actos corruptos quedarán ocultos, ni podrán seguir burlando la buena fe de los ciudadanos. El presidente estadounidense Abraham Lincoln expresó: “Se puede engañar a una parte del pueblo todo del tiempo; a todo el pueblo, una parte del tiempo, pero no a todo el pueblo todo el tiempo”.