Con la renuncia de los ministros de Gobernación, Trabajo y Finanzas, en la tarde del martes 19 de septiembre, más la anterior dimisión de la ministra de Salud, el gobierno del presidente Jimmy Morales empieza a cojear y entra en una profunda crisis que posiblemente no tenga retroceso.
La posición de los ministros Francisco Rivas, de Gobernación; Leticia Teleguario, de Trabajo y Previsión Social; y Julio Héctor Estrada, de Finanzas Públicas, puede ser analizada desde distintos ángulos. En primer lugar, se les puede criticar por haber saltado del barco antes de que se hunda, como un acto de cobardía, de escape y huida; pero también puede ser vista la decisión como un acto en sintonía y coherencia con el clamor popular por un cambio de las corruptas estructuras políticas de Guatemala.
Las cuatro renuncias, incluyendo la de la exministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, no son para aplaudir ni cuestionar, sino para analizar profundamente, porque no cabe duda de que acarrearán consecuencias serias que afectarán a toda la población.
Mañana será un día álgido, porque llega el 20 de septiembre donde está convocado un paro nacional, bloqueos de carreteras y protestas pacíficas de parte de la Universidad de San Carlos de Guatemala y varios centros universitarios, entre ellos, el Centro Universitario de Occidente, así como de varias casas de estudios superiores. Todas estas acciones están encaminadas a pedir cambios no solo de diputados, sino del presidente Morales, por el pacto de impunidad que orquestaron desde el Congreso.
Evidentemente, todo está planificado para que la protesta sea pacífica, pero no hay garantías de nada, porque puede haber infiltrados. Por eso, con mucha razón la universidad exige a los participantes no usar capuchas, como tampoco consumir bebidas embriagantes durante el recorrido.
La preocupación radica en que, al haber renunciado el ministro de Gobernación, se pueden desatender temas de seguridad y vigilancia en estas acciones populares, no obstante que ese y los otros dimitentes han comunicado que seguirán en funciones hasta que se nombre a sus sustitutos. Empero, es necesario demandar de las autoridades de turno que garanticen que no se vaya a poner en peligro a los ciudadanos que van a salir a expresar su rechazo al sistema. Uno de los peores ataques en la actual crisis, ha sido la descalificación de quienes demandan transformaciones para poner fin a este estado de cosas perverso; pero eso solo molesta, la violencia, por el contrario, puede ser letal.
La Voz de Xela está con la voz del pueblo, pero considera pertinente recomendar que se actúe con cautela, prudencia y respeto, porque la protección de la vida humana se antepone a cualquier otra circunstancia u objetivo de la protesta.
Asimismo, creemos que más que cambio de autoridades, por su ineptitud y acciones al margen de la ley, lo que se debe exigir es un riguroso e integral cambio del sistema actual, el que debe comenzar por reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, para que se ponga fin a reelecciones, transfuguismo y compra de voluntades.
Se acabó la espera. A la salida de cuatro ministros sin duda le seguirán otras, por razones distintas, pero todas llevarán a ese relevo que espera la población. La pregunta es si estamos preparados como sociedad para atravesar esa cirugía mayor que sin duda traerá consecuencias de orden social, económico y político para el país. La primera pregunta es, si se van todos, ¿quiénes van a ocupar esos cargos?
Es urgente el establecimiento de una mesa de alto nivel que debe ser presidida por un personaje ajeno al pasado y presente político del país, pero que conozca la realidad nacional y sea honorable.
La historia la determinará lo que ya se vive y lo que se avecina; por el momento, somos protagonistas y testigos para contar los hechos a las generaciones venideras. Solo anhelamos que la factura de todo esto sea con el menor costo para el pueblo, que tanto ha sufrido los desmanes de quienes han vivido y sido baluartes de la corrupción y la impunidad.