Por Walter Poroj
La pandemia del Covid – 19 está generando cambios substanciales, radicales e instantáneos de la forma en que se imparte la educación a nivel global, ya que la escuela, el colegio, la universidad y el hogar, ahora se convierten en el mismo lugar tras las necesarias regulaciones del aislamiento y distanciamiento social. Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global que nos está afectando este año y por ende su educación.
Las instituciones responsables de la educación en nuestro país, tomaron la decisión de suspender todas las clases presenciales, eventos académicos y demás servicios, trasladando automáticamente al docente y estudiante a una educación online, mediante charlas, reuniones, clases, lecturas y conferencias en línea a través de plataformas virtuales o redes sociales como Whatsapp, Facebook, correos electrónicos y teléfono, para mensajes o videollamadas, páginas web, blog spot, así como los sistemas Hangouts, google meet, zoom o cualquier otro sistema de videoconferencias o plataformas creadas para la educación. Consecuentemente, miles de alumnos en educación superior también han tenido que abandonar sus universidades tras la emergencia sanitaria, sin embargo, se debe considerar que, del total de la población guatemalteca 17.5 millones, solo el 65% tiene acceso a internet y redes sociales lo cual complica más aun la cobertura general de la educación virtual, en particular la preocupación es más sentida y compleja hacia los estudiantes en zonas rurales pues solo el 17 % cuenta con acceso a internet.
La mayoría de instituciones educativas públicas y privadas han optado por soluciones provisionales a esta crisis, desafortunadamente no pueden ofrecer una experiencia académica formativa virtual integral e incluyente a sus estudiantes, quienes como mínimo deberán contar con dispositivos electrónicos e internet, facilitar profesores con experiencia, conocimiento y habilidad profesional para diseñar la docencia a través de plataformas virtuales, sumado a ello la existencia de la poca o nula cultura de procesos de enseñanza y aprendizaje en línea por la falta de políticas públicas gubernamentales e institucionales, hay que considerar también que la educación virtual en su conjunto es mucho más compleja que solo el hecho de dar clases o docencia online.
Estas decisiones de aislamiento social terminan por mostrar la realidad de los muchos otros roles que la educación ofrece, ya que para algunos, resulta ser una complicación incómoda, mientras que, para otros, la situación es aún más preocupante por el hecho que más del 70% de los estudiantes vienen de familias de bajos ingresos, lo cual implica que llevar la educación a casa significa no contar con tecnología o conectividad necesarias para el aprendizaje online, por lo que los programas de educación en estas condiciones se hacen más complejos propiciando una brecha virtual que se expande a medida que los estudiantes en sectores vulnerables siguen quedándose atrás en su aprendizaje, derivado de sus problemas de: pobreza, pobreza extrema, étnicos, de género, discriminación, racismo y territorio.
El mayor desafío que tienen las instituciones de educación pública y privada en Guatemala, es entender y apreciar que el aprendizaje virtual es flexible reconociendo que la educación presencial no se puede replicar ni comparar en online y que la misma vino para quedarse y establecerse como un modelo real educativo para el presente y futuro, por lo que el modelo actual de gestión deberá cambiar radicalmente, generando políticas de innovación, investigación, desarrollo e inversión en su parte presupuestaria y económica hacia la educación virtual, esto acompañado de programas, tecnologías, infraestructura, equipos, plataformas, formación y capacitación integral docente, para afrontar una sociedad más tecnocrática generando competencias digitales que ayuden al desarrollo social integral y justo de la educación en Guatemala.
El docente como responsable de la formación y ahora en educación virtual, tiene la necesidad y obligación de especializarse en el conocimiento y uso de las nuevas tecnologías virtuales, trasladando su ámbito educativo tradicional a uno inclusivo con tecnologías de la información Tic´s, también, reconocer que su desafío más importante es “desaprender para aprender”, pues son los profesores los responsables del dominio de una diversidad de competencias requeridas en el contexto de las demandas de la sociedad del conocimiento tecnológico, ya que sus competencias virtuales deben facilitar el trasladado y transmisión del conocimiento, procurando la atención y aprendizaje de sus estudiantes.
La oportunidad que se tiene en esta pandemia desde la educación es que debemos reconocer las destrezas y habilidades que poseen nuestros estudiantes su toma de decisiones, la resolución creativa de problemas, la adaptabilidad a cambios radicales en su formación, su imaginación, inteligencia y sobre todo la resiliencia para superar positivamente esta situación adversa inimaginable e histórica para continuar con sus procesos formativos académicos desde su propia condición y realidad.#juntossaldremosadelante.