PUNTUAL
El actual alcalde Luis Grijalva como politólogo quedó lejos de ser un ejemplo en la gobernanza de un territorio, porque pareciera que le enseñaron una teoría que en la práctica la encuentra galáctica.
Yo conocí a Grijalva como mi alumno en la universidad privada donde estudió Ciencias Políticas, y era uno de los matriculados activos y participativos en clase, hasta cierto punto crítico de la realidad y el contexto, pero en el ejercicio del poder quedó muy lejos de sus aspiraciones e inquietudes.
Si quiere puede justificar que tuvo malos profesores, en mi caso le di el curso de Comunicación, junto a otros inquietos personajes que ahora son concejales inertes: Gerardo Yarsebsky y Mirta García. Pero debo decir que nadie es responsable de lo que el otro entiende, comprende o aprende y menos de lo que aplica o deja de hacer. Cada persona es autónoma en sus hechos y consecuencias.
Pero yo que los conocí como alumnos, esperaba más de ellos y especialmente porque se graduaron como licenciados en Ciencias Políticas. Esto último tampoco quiere decir que el perfil del próximo alcalde sea el de un empírico, sino que, por el contrario, debe ser un profesional, pero con experiencia y resultados comprobados en los ámbitos de su vida personal, privada o pública. Habrá que escrutar, averiguar e indagar al próximo personaje en quien los quetzaltecos depositemos nuestra confianza, porque no nos podemos equivocar una vez más.
El propósito de esta cuarta de cinco entregas sobre este tema es hacer una aproximación al perfil deseable y esperado de la persona que debe dirigir los destinos públicos de la ciudad de Quetzaltenango.
Debe ser un profesional de cualquier disciplina, preferiblemente administrador de empresas o economista, pero con estudios completos de postgrado, en áreas de incidencia social y pública. Lo anterior como base, pero respaldado por una hoja de vida que demuestre, con evidencias, como empresario, académico o profesional, tres cosas: 1. Dominio de los números en términos de administración y proyecciones, 2. Que tenga carácter y habilidad para mandar e influir en los equipos de trabajo. Y 3). Que sea un buen negociador, porque lo tiene que hacer con todos para poder ordenar la ciudad. Esto sería saber hacer y poder hacer, dos cosas distintas y que no se deben confundir en el ejercicio del poder público.
No me gusta referirme a Grijalva, pero es necesario evidenciarlo, porque si bien estudió Ciencias Políticas, venía de la mal llamada sociedad civil, sin representación y con amplio desconocimiento. De experiencia cero y sus resultados ahí están con el mismo dígito.
El tiempo pasa rápido y si este asunto no lo hablamos o discutimos como sociedad, los resultados pueden ser impredecibles como las consecuencias. En las condiciones actuales cualquiera puede llegar a ser alcalde, eso es lo que no debemos permitir como ciudadanos. Debemos exigir que el perfil sea demostrable. Xela necesita a un verdadero líder, que quiera, sepa y que haya demostrado que puede en otros escenarios.
Periodista, comunicador y académico. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con tres maestrías en diferentes campos. CEO de LA VOZ DE XELA, conferencista y profesor universitario.