En primer lugar, debo hacer la aclaración que es prácticamente imposible recrear un escenario de este tipo en el corto plazo, debido en gran parte a la raquítica fuerza política con la que cuentan los sectores que actualmente han promovido esta denominada Asamblea Plurinacional Constituyente.
También llama la atención que se hable de Plurinacionalidad como lo fue en el caso de Bolivia, y no Nacional como en el resto del mundo. Este término adoptado, busca alentar el apoyo de comunidades indígenas que ciertamente han sido marginadas o relegadas a posiciones inferiores dentro de la escala social guatemalteca durante los últimos quinientos años.
No obstante, escuchando una entrevista que se le hiciera a uno de los diputados integrantes de la bancada Semilla, Samuel Pérez, hablaba de la posibilidad de hacer un nuevo pacto (Rousseau), con cambios estructurales que favorezcan la transición a una nueva república (Bacon), según él, con mejores estándares económicos (¿Marx?).
En apenas dos semanas, el panorama político ha tenido un complejo revés. Tras varias manifestaciones a nivel nacional, superiores en masa y en disturbios a las acontecidas durante el período de Jimmy Morales, los grupos sociales que acudieron a las plazas determinaron parte de la conducción del Gobierno para 2021. Se pidió la renuncia de todos los ministros y secretarios de estado, se canceló el Centro de Gobierno, y al vicepresidente le encargaron dos actividades importantes, la reestructuración del presupuesto y la reconstrucción de las zonas afectadas por ETA e IOTA.
Leemos entre líneas la cesión de poder efectuada en favor de Castillo Reyes, la cual tuvo su origen inicial en la plaza, mas concluyente en la mesa de diálogo el martes 24 de noviembre. Entonces, ¿es solo maquillaje? Esto ya lo saben los grupos, colectivos, asociaciones y políticos que estuvieron detrás de las marchas. Y de ahí que sigan presionando a través de entrevistas, comunicados, reuniones y publicaciones el hecho que, para ellos, lo anterior no es suficiente. La confusión durante esta crisis fue su mayor enemigo.
En política lo que importan son las formas. El aprovechamiento de un discurso que atacara sin tregua al presupuesto, el centro de gobierno o la falta de maniobrabilidad por parte de Castillo, tuvieron como consecuencia solo eso, la reestructuración de las formas (lo externo, el maquillaje, lo falaz). Y el pueblo está moderadamente satisfecho, pues se pone de manifiesto una suerte de victoria sobre el equipo de Giammattei. Pero los ideólogos tradicionales de la izquierda y sus nuevos operadores en el Congreso saben que solo ganaron en el manto exterior, en la corteza. El núcleo de su triunfo fue opacado. Las reformas constitucionales no llegaron al entendimiento de las masas.
Me gustaría creer que la caída de Gendri Reyes en enero de 2021 y la de al menos cinco ministros o secretarios en favor de postulantes cercanos a Castillo Reyes, tendrá como consecuencia una renovación que pueda mantener la institucionalidad en Guatemala. Pero no hay que perder de vista que hay una gran cantidad de necesidades básicas y de desarrollo insatisfechas en la población por parte de empresarios y gobernantes.
La Constitución se mantendrá sólida e inviolable si y solo sí, logramos que sus postulados puedan ser concretados a través de nuevas políticas centradas en la mejora de condiciones de salud, educación y empleo. Las manifestaciones seguirán siendo el mecanismo de presión ante un gobierno acorralado.