Una desilusión más a la lista de la Selección Nacional de Guatemala.
Parece ya algo normal y que es parte de nuestro presupuesto como chapines en el futbol a nivel internacional.
Vivimos en un país que lamentablemente está sumergido en la corrupción y anarquía gubernamental y por más que la población se indigne y frustre, no hay cambios, ni soluciones inmediatas para cambiar eso. El futbol tampoco se salva.
¿Quiénes son los culpables?
Son décadas de fracasos donde siempre se culpa a los jugadores, pensando que ellos son los malos y que algún día aparecerán los cracks que necesita la selección para hacer la diferencia, pero esos jugadores no aparecen en cajas de cereales, hay que trabajarlos y formarlos, labor que le corresponde a la Federación de Futbol y también a los clubes, trabajo que es mediocre y deficiente desde hace décadas.
No podemos dejar de mencionar que los técnicos tienen responsabilidades también, porque son los que dirigen el grupo. Trabajan de cara a las competencias y eliminatorias, son los encargados de tomar decisiones previó, durante y posterior a los partidos y sin duda tienen culpa si no demuestran su capacidad o no logran mejoras notorias con lo que hay a disposición.
Los aficionados también tienen que mencionarse, porque a pesar de ser los menos culpables o responsables de los fracasos, sí tienen la culpa de la pérdida de identidad y sentido de pertenencia con su selección, que a pesar de desilusionarlos constantemente, es el representativo que porta la Bicolor a nivel internacional.
Hoy es más común que los aficionados chapines prefieran ver y apoyar a selecciones ajenas: sudamericanas o Europeas, que apoyar incondicionalmente a la Azul y Blanco, eso sin duda le quita motivación y compromiso a nuestros representativos.
A lo largo de los años han surgido jugadores de mucha calidad y talento futbolístico en Guatemala, incluso muchos de ellos fueron exitosos en sus carreras profesionales en clubes internacionales, pero cuando a selección se refiere, no se logró nunca trascender con la añorada clasificación a un Mundial o ganar una Copa Oro. Siempre se apostó al buen momento individual de algunos y a la suerte, pero nunca a proyectos serios y metas con énfasis en el trabajo desde las bases.
Actualmente tenemos una liga repleta de extranjeros y centroamericanos nacionalizados, con una competencia mediocre que clasifica 8 de 12 equipos en tabla; con fuerzas básicas estancadas y sin proyección clara; con canchas e infraestructuras de mala calidad y con dirigentes frustrados que solo les interesa salir en fotos o llenarse los bolsillos a costa de su labor en el ámbito futbolístico y social de Guatemala. Esto sin duda es el problema más grande.
Guatemala tiene que trabajar pensando en el futuro, con gente e ideas nuevas y tienen que empezar ya.
Recursos humanos hay y recursos económicos también, sólo hay que trabajar con responsabilidad, convicción y paciencia, porque el futbol nacional está atrasado 20 años y si no empezamos ya, cada vez estaremos más rezagados.
Si seguimos apostando a la suerte, jamás se dejará de tener un futbol mediocre, aunque suene muy feo, es la realidad del futbol guatemalteco.
Así que a poner cada quien su granito de arena, a exigir y apoyar, porque es trabajo de todos.
Las cosas como son.