Algo pesado corría sobre el techo de la casa (cuento)
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Guiada por su intuición, Lupita decidió volver al pueblo donde una vez fue niña. Tenía la corazonada de que para liberarse, ahora de adulta, de la persecución del Güin, debía confrontarlo cara a cara. Resolvió hacerlo porque tres veces un sueño recurrente la atormentó en noches imprevisibles. En ese mundo onírico, revivía la madrugada del velorio de su abuela. Tenía apenas cuatro años y su madre la acostó en la cama de la habitación donde, horas antes, la pariente que ahora le parecía tan lejana había dejado el plano terrenal. A un lado, en la sala, un grupo de señoras rezaban un rosario de cuerpo presente que poco a poco la sumió en un húmedo letargo. Ya estando en el estado de duermevela, entre la vigilia y el sueño, un extraño animal levantó la lámina de zinc del cuarto y la observó con sus ojos enormes.
La intuición no era nada nuevo para ella; era, en realidad, su fiel compañera de vida. Como psicoterapeuta, se había inclinado al estudio de la metafísica como una terapia personal y de autoconocimiento para tratar los dolores emocionales de sus pacientes. Confiaba en su intuición más que en lo aprendido en las aulas, incluso más de lo que había aprendido leyendo a Freud, a Jung y a Adler. Sin necesidad de ver el reloj, su intuición le dictaba la hora exacta del día, sabía de qué iba a tratar esa llamada que entraba entre sesiones, cuál era el diagnóstico de su paciente, cuál su dolor espiritual y cuál el tratamiento, todo sin necesidad de usar el intelecto.
Sí, era apenas una niña cuando el Güin se le apareció. Recordaba ese mes de marzo. Su madre la sacó de la escuela entre llantos, jalandola del brazo y gritando: ≪¡Está muerta, está muerta, tu abuela está muerta!≫. Luego, tenía imágenes del trayecto en el bus de parrilla; de su madre dándole un manojo de flores para que las pusiera en sus rodillas mientras emprendían el viaje a la costa sur de Guatemala.
Cuando llegaron al pueblo, que sólo visitaban para la noche de Nochevieja, los familiares y conocidos ya estaban reunidos envueltos en el sopor del velorio. Recordaba las calles de tierra, el centro del poblado donde se vendían huevos de iguana, el tanque de agua donde las señoras lavaban, y a su par, la gran casa de madera de su abuela, el cuerpo en el féretro, las enormes velas de muerto que intensificaban los calores nocturnos y humanos, y la gigantesca carpa instalada en la calle donde las sillas se amontonaban, sin ningún orden específico, esperando más dolientes.
Fue también la primera vez que, quizá, su intuición la visitó, porque mientras la oscuridad avanzaba, supo que el velorio no terminaría pronto y que toda esa gente amanecería allí contando anécdotas y chistes sobre la fallecida hasta que fuera hora de irse al camposanto. Fue entonces cuando le dijo a su madre que estaba cansada, y ella la acomodó en la cama donde su abuela había fallecido esa misma mañana de marzo. La niña se quedó medio dormida, protegida por un mosquitero, mientras sudaba la mala hora previa a su desgracia.
Cuando empezó a entrar en el estado de duermevela, sucedió:
Escuchó cómo algo pesado corría, a gran velocidad, sobre el techo de la casa. Era muy rápido, en verdad era veloz y pesado. Al abrir los ojos, descubrió cómo las láminas se doblaban por la gravedad de lo que sucedía arriba. Era un sonido que, supo, no era de este mundo, porque le provocaba una sensación extraña de no pertenecer, por un momento, a la realidad. La presencia de esa cosa era tan fuerte que pensó que caería en la habitación. Pero, al contrario, hubo un silencio pasajero que la estremeció antes de la fatalidad: a los pocos segundos, una mano peluda, de humano pero con garras de perro, levantó la lámina aflojando los clavos de la madera donde se sostenía, y vio a un perro grande, viejo y babeante, mirándola con sus ojos rojos y puntiagudos mientras le ofrecía una sonrisa gigantesca que dejaba ver sus colmillos.
Lupita salió corriendo del cuarto y, al pasar, volcó una candela. Las rezadoras parecían ajenas a lo que había ocurrido hasta cuando ya estaba sucediendo lo fatal. El vestido de encaje que llevaba pronto agarró las llamas, y su cuerpo se vio envuelto en fuego, quemándole la pierna derecha y dejándole una cicatriz para siempre, un morado que creció con ella, hasta ahora, en el año de sus 33 años.
≪¡Me asustó!≫, gritaba entre el fuego. ≪¡Me asustó!, ¡hay un animal en ese cuarto!≫, decía, mientras las rezadoras intentaban quitarle el vestido e iban corriendo por agua al tanque público al lado de la casa.
Si algo recordaba muy bien, ahora que regresaba al pueblo, era la certeza de que una quemadura duele más cuando sucede en la costa. Se había quemado muchas veces en la vida, pero ninguna le dolió tanto como aquella noche y en los días siguientes, durante las novenas, cuando tenía que meter la pierna al tanque para sentir un poco de alivio.
Aún no había amanecido cuando le aplicaron ungüento, y esta vez su madre decidió acompañarla en la cama para que pudiera dormir unos momentos. Sin embargo, no pudo. El ardor era insoportable. Observaba entre las ranuras de las tablas de las paredes de madera a los hombres del velorio, sentados en las sillas, con las camisetas levantadas sobre el ombligo, abanicándose y tomando cerveza. ≪Se le apareció el Güin a la pequeña≫, decía uno.
Y fue esa misma madrugada, en la que la pasó asustada y delirante por el dolor que escuchó la historia entre las conversaciones de los señores, que a cualquiera le hubieran parecido murmullos, a todos, menos a ella:
—El Güin es un hombre malo que tiene la capacidad de convertirse en perro a voluntad. Se sube a los techos de las casas para causar alboroto y se roba a las gallinas.
Escuchó que había que atraparlo y azotarlo para que dejara de hacer alboroto; escuchó, también, que una vez castigado se convertía en hombre y salía huyendo, aunque siempre regresaba por temporadas.
Aquel pasaje de su infancia desapareció en de su vida, hasta cuando, exhausta después de atender a su último paciente un viernes por la noche, regresó a su casa en la ciudad y se quedó profundamente dormida en el sillón mientras veía una película. Ese episodio de sus cuatro años, volvió en sueños por tres veces.
Los ojos estaban presentes, imborrables cada noche en los que el proceso de alienación se instauró en su alma, hasta hacerle perder la virtud de estar en medio de las coordenadas de la tierra. Dejó de atender en el consultorio una semana antes de haber esperando a que llegara la genuina inspiración de la intuición. A que le dictara lo que debía hacer, y de hecho, fue su fe en ella la que le dijo que debía regresar al pueblo donde una vez fue niña, al cual no había vuelto desde hace una década, cuando su madre falleció. Regresaría a la vieja casa de su abuela que recibió como herencia, y dormir en la misma cama, que seguramente permanecía intacta, encapsulando el tiempo de otras eras, para intentar, por fin, quedarse dormida y, en medio del estado de duermevela, volver a tener contacto con él.
Pero, en efecto, ya era otro tiempo y otro pueblo. Las casas de madera y lámina se habían cambiado por casas de block con terraza, y en lugar de tiendas y cantinas alumbradas al anochecer con velas y focos amarillos, ahora había locales de ventas de cosas pirateadas, ropa americana y artículos de plástico que la alejaban del recuerdo nostálgico de su infancia. Pero había algo extraño, demasiado extraño: los locales, aunque abiertos, estaban vacíos. Las calles estaban vacías, y un maldito aroma le recordaba la presencia de la muerte, ese olor que sus pacientes suicidas llevaban cuando ambos sabían que sería la última vez que se verían, y que la terapia no había funcionado, no porque su intuición fallara, sino porque en verdad ya no había nada que hacer.
Recorrió las mismas calles hasta llegar al centro de la ciudad, donde las luces de neón de feria de dos o tres casetas esperaban a sus dueños como si aquello fuera un pueblo fantasma. Tenía sed, pero nadie servía la horchata; tenía calor, y la humedad de las cuatro de la tarde le golpeaba la cara con un tierno beso que la envolvía en el sudor de una aventura que le parecía extraña. ≪Seguiré soñando≫, dijo, pero el golpe de la realidad activó el mecanismo de su consciencia cuando apareció un grupo de niños descalzos saliendo de entre las champas improvisadas del mercado municipal, corriendo y tratando de desenredar una soga. ≪Apresurémonos≫, dijo uno de ellos, y ella corrió tras ellos para preguntarles dónde estaban los demás.
—Es que lo agarraron —dijo otro—, agarraron al ladrón de gallinas.
—Lo quieren amarrar a un poste en el campo de fútbol —gritó a la distancia el más pequeño.
Lupita supo entonces que el encuentro estaba cerca. No se había equivocado: algo estaba ocurriendo en este pueblo, y ella había regresado para rendir cuentas, para saber, por fin, y conocer la forma humana de quien la llamaba en sueños.
Persiguió a los niños hasta llegar al campo de fútbol, y encontró a la multitud en círculo y en el centro reconoció una figura humana demacrada, golpeada, y con la boca empapada en sangre, pidiendo perdón.
El bullicio era ensordecedor, pero se distinguían las constantes palabras ≪ladrón, ladrón, ladrón≫. Mientras Lupita se abría paso entre la multitud, sintió cómo la mirada de alguien conocido se posaba en ella.
Lupita avanzaba entre la muchedumbre con firmeza, sintiendo que cada paso la acercaba no solo a su destino físico, sino a una culminación inevitable. Algo en su interior parecía estar ajustando cuentas, y gracias a sus estudios de metafísica, comprendía que el universo estaba alineándose justo para este momento.
Al llegar al frente de la multitud, lo vio. No hubo dudas en ella. Estaba sentado y hundido en las alucinaciones de sus golpes. Aquellos ojos inyectados en sangre eran los mismos que la miraron cuando era una niña. Lupita se sintió libre, inspirada, completamente humana. Con voz clara y firme, señaló: ≪Él fue... él fue...≫, mientras se bajaba el pantalón beige, mostrando la quemadura que aún marcaba su piel. ≪Hay que prenderle fuego por lo que me hizo≫, sentenció.
La turba, como movida por el instinto primitivo, desechó la idea de amarrarlo a un poste y roció gasolina sobre el hombre. Uno de los ancianos, con su autoridad sobre las cosas del pueblo, fue quien le prendió fuego con un mechero. El ladrón, envuelto en llamas, corrió por todo el campo de fútbol, gritando de dolor, tratando con fuerza humana, pero también sin esperanza, arrancar su carne mientras su cuerpo ardía. Los minutos transcurrieron lentamente, hasta que su figura, envuelta en el umbral entre lo vivo y lo muerto, colapsó en el centro del campo. Lo que quedó de él no era más que un pedazo de carbón. El olor le recordó a Lupita el de su propio vestido quemado tantos años atrás.
La multitud se dispersó sin hacerle preguntas, como si el acto de justicia fuera tan natural que no necesita explicación. Nadie parecía reconocerla, y ella ya no conocía a nadie. Sintiéndose invadida por la nostalgia, decidió regresar a la casa de su abuela.
En una banqueta, una vecina anciana, flaca y encorvada estaba sentada recibiendo el último rayo de sol del día. La última vez que Lupita la vio, era una señora de apenas 50 años muy gorda. Fue la única que la reconoció:
—Vaya, que vino a ver su casita —dijo la mujer, mientras la noche empezaba a caer—. Hoy quemaron a un loco.
—Lo sé, lo fui a ver. Me hizo tanto daño —respondió Lupita.
—¿Acaso lo conocía?
—Demasiado bien —dijo entre un suspiro aliviado.
Exhausta, entró en la casa y descubrió que todo seguía igual. Las fotos familiares, los recuerdos de viajes a la costa, el calor envolvente de tiempos pasados y sobre todo la lámina abollada del cuarto de su abuela, y la cama en la que cayó rendida, finalmente libre del espasmo de su infancia. Mientras se estaba quedando dormida, algo pesado comenzó a correr sobre las láminas del techo. Atemorizada, Lupita se cubrió la cara con las sábanas, incapaz de reunir el valor para mirar.
Al día siguiente, con la luz del amanecer, decidió ir al tanque público a lavarse la cara. Allí, vio una colonia de gatos paseando por el lugar y bebiendo del tanque. La vecina se le acercó y le dijo:
—Vaya, que vino a ver su casita, tengo muchas cosas que decirle. Sus láminas ya están muy viejas, es por los gatos. Pasan por el tejado para venir a tomar agua al tanque.
De pronto, todo cobró sentido. A Lupita nunca se le apareció Güin cuando era niña. Lo que vio fue un gato que transitaba por el tejado para llegar al tanque. Su mente infantil, escuchando las historias de los hombres sobre el Güin, transformó al inocente gato que la vio asustado entre las grietas en el monstruo que la aterrorizó durante los sueños.
Pero lo más cruel fue darse cuenta de que aquel ladrón de gallinas, castigado, pero que quizá no merecía morir, había sido quemado vivo por su culpa. La cicatriz que ella mostró no había sido infligida por él, sino por una historia que, ahora lo entendía, su mente de niña había malinterpretado. Entendió que su abuela estaba muerta, su madre estaba muerta, sencillamente muertas, y que los tres sueños, solo habían sido eso, sueños.
Comprendió, entre su desdicha, que su intuición la había traicionado.
SEGUNDO LUGAR EN CUENTO CORTO, CERTAMEN DE LITERATURA, ARTE Y CULTURA GUATEPAZ 2024.

José J. Guzmán
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).
OpiniónLiteratura
¿Eficacia o impunidad? Parte III
Justamente, en estos últimos diez días que han transcurrido —del siete al diez y seis—, hemos visto la ineficacia del MP en su máxima expresión, es decir, el resultado de uno de los trabajos del MP en la administración del 2018 a 2025, me refiero específicamente al caso del honorable señor Miguel Ángel Gálvez. Después de un trabajo minucioso —según el MP—, el Sr. Gálvez decidió abandonar el país —exilio forzado—, por temor a su vida, el MP de la Sra. Porras, le inició persecución penal, sin fundamento. Sin embargo, años después el MP dice que, el caso será desestimado porque simple y sencillamente no hay pruebas. ¿Dios mío, qué clase de ente investigador hay en Guatemala? Bueno, el informe al cual nos estamos refiriendo desde hace dos semanas —Eficacia o Impunidad, realizado por Alianza por las Reformas e INECIP—, no miente, no desinforma, solamente nos dice que debemos seguir en la lucha. Entonces, hay eficacia o impunidad en el actual trabajo del MP.
Voy a transcribir parte del informe referente al análisis del desempeño de esta institución que está llamada principalmente a realizar un trabajo eminentemente técnico para perseguir a las personas que tienen en zozobra a los habitantes de este país. Por la trascendencia del que hacer del MP, debemos entender cómo eficacia la capacidad de cumplir los objetivos institucionales propuestos y la eficiencia como la capacidad de cumplir dichos objetivos optimizando los recursos disponibles.
Se analizan los indicadores básicos de desempeño del MP. I. Eficacia básica, es decir, la medición del número de casos que ingresan al MP y que reciben una respuesta de calidad. Se entiende como respuesta de calidad a aquellas que conllevan algún tipo de responsabilidad de la persona acusada y algún tipo de reparación o satisfacción para la víctima.
II. Productividad: Este indicador evalúa la proporción entre las respuestas de calidad obtenidas por la institución y sus recursos humanos, en particular, fiscales y auxiliares fiscales. Mide cuántas salidas de calidad obtiene en promedio cada fiscal o auxiliar fiscal.
III. Eficiencia: Bajo este parámetro se evalúa la relación entre las respuestas de calidad y el presupuesto del MP. Se mide si el incremento del presupuesto que tuvo el MP en los últimos años generó una mayor capacidad de respuesta a las víctimas.
Estimado lector, es nuestra responsabilidad profundizar en el análisis del desempeño de esta institución, porque de su trabajo responsable, honesto, eficiente y eficaz depende la paz, tranquilidad, desarrollo social, económico, etc., de más de 18 millones de guatemaltecos. Hay casos penales que aún están esperando la respuesta eficaz y eficiente del MP que tiene que ver con la salud, es decir, desfalco millonario en hospital de Chimaltenango; con carretera, en el caso libramiento de Chimaltenango, otros millones desfalcados; y, el caso más recientemente sobre los 85 millones de quetzales por lavado de dinero realizado por el expresidente del INDE en el período de gobierno de Giammattei. Solamente por mencionar estos casos, no vemos por ningún lado la eficacia básica ni la productividad menos la eficiencia del MP de la señora Porras, a pesar de contar con uno de los presupuestos más altos de la historia del ministerio público —3 mil 595 millones 180 mil quetzales—.
En conclusión, el informe señala, con elementos suficientes, una caída sostenida de la eficacia del MP, durante el período del 2018-2025. Del 2018 al 2019, el MP logró respuestas de calidad en el 14.03% de los casos penales ingresados; en el período del 2024-2025, la eficacia fue del 6.44%, en ese sentido, es lamentable la caída estrepitosa del trabajo de la Sra. Porras, en cuanto a la eficacia de su trabajo.
Nuevamente, hago el llamado a todos los diputados al Congreso de la República, que, en su calidad de fiscalizadores del dinero del pueblo, hagan una fiscalización real, objetiva, responsable sobre el uso adecuado y transparente de nuestro dinero, porque el dinero del pueblo es sagrado.
Arnoldo Soch Tzul
Contador Público y Auditor, asesor financiero y fiscal de pequeñas y microempresas, exalcalde comunitario, auditor social desde hace más de 25 años.
Cómo lidiar con una persona bipolar en el trabajo
En la actualidad, es necesario conocer la información básica sobre diferentes condiciones que afectan la salud mental.
Esto es importante porque, muchas veces, convivimos con personas que padecen alguna de estas afecciones y no sabemos cómo tratarlas.
Una de las muchas afecciones de la salud mental es el trastorno de bipolaridad. Se entiende como una condición mental en la que se presentan cambios extremos en el estado de ánimo, los cuales pueden afectar la capacidad de las personas para mantener relaciones sociales saludables y realizar con normalidad sus tareas cotidianas.
La causa exacta de este trastorno es desconocida, pero se relaciona con factores genéticos, biológicos y ambientales. El diagnóstico del trastorno de bipolaridad requiere una serie de procesos, como entrevistas, revisión del historial familiar, registro de los episodios del estado de ánimo y evaluaciones o cuestionarios.
Detectar esta condición de manera temprana favorece la calidad de vida de la persona. Puede controlarse mediante medicamentos y psicoterapia, lo que permite que la persona se desarrolle con normalidad.
En el ámbito laboral, si la persona no ha sido diagnosticada o tratada, puede presentar problemas de concentración, falta de energía, baja productividad, irritabilidad, comportamientos impulsivos, cambios de humor, poca capacidad para trabajar en equipo, dificultad en la toma de decisiones, problemas para interactuar con otras personas y, en ocasiones, pérdida de atención. Sin embargo, en una condición controlada, sus actividades laborales no se verán afectadas.
Si se sospecha que una persona podría presentar esta condición, se recomienda que las empresas generen una comunicación abierta y asertiva, creando espacios en los que los colaboradores se sientan en confianza para expresar sus necesidades.
Los horarios flexibles y el trabajo desde casa pueden favorecer el manejo de los síntomas. Además, es importante mantener rutinas, crear entornos laborales inclusivos que brinden apoyo y fomentar la búsqueda de ayuda profesional.

Crysta Nowell
Psicóloga Industrial / Organizacional, Magíster en Gestión del Talento Humano, asesora en procesos de recursos humanos, capacitadora y especialista en reclutamiento y selección de personal.
OpiniónPsicología
Cuida tu corazón, porque es frágil
La fragilidad no es debilidad.
Hoy fui testigo de una escena que me dejó reflexionando profundamente. En medio del bullicio de la Terminal Minerva, en Xela, un hombre mayor, bien vestido, con canas que hablan de experiencia y años vividos, se acercó a un joven y le dijo en tono especial, como si fuera la voz de Dios: “Oiga, cuídese mucho, cuide su corazón, porque su corazón es frágil”.
Esa frase quedó resonando en mí. No era solo una recomendación superficial ni un consejo de salud. Era algo más profundo, casi espiritual. Al llegar a mi trabajo, busqué entender mejor qué significa tener un “corazón frágil”.
En el plano emocional, un corazón frágil es ese que ama intensamente, pero también se hiere con facilidad. Es el de quien guarda cicatrices del pasado, que teme ser herido de nuevo o que se rompe con silencios prolongados. Es el corazón sensible, que percibe lo que otros no ven.
Pero fue en la Biblia donde encontré un significado más poderoso. Dios no desprecia un corazón frágil, al contrario, se acerca a él. En Salmos 34:18 leemos: "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón". Y en Ezequiel 36:26 promete: "Quitaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne".
Para Dios, un corazón frágil no es sinónimo de debilidad, sino de apertura, humildad, y sensibilidad a su voz. Es un corazón dispuesto a reconocer su necesidad, a amar sinceramente, a dejarse transformar.
Aquel señor en la terminal no dio solo un consejo, sembró una verdad. Porque cuidar el corazón, el nuestro y el de los demás, es un acto de amor, de humanidad… y de fe.
Hoy más que nunca, recordémoslo: el corazón es frágil, pero en esa fragilidad también reside su mayor belleza y fortaleza. Las palabras muchas veces dicen más de lo que creemos. Debemos escuchar con atención. La fragilidad no es debilidad.

César Pérez Méndez
Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Usac), con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación (Usac). CEO de La Voz de Xela, profesor universitario y conferencista.
OpiniónCésarPérezMéndez
El costo de la huelga del Magisterio
Desde hace ya más de 30 días dio inicio la huelga promovida por el Sindicato de maestros del sector público, como medida de protesta porque están en desacuerdo con el aumento del 5% que les otorgó el Ministerio de Educación, ya que ellos exigían el 15%.
En este marco de ideas hay que reconocer que dentro del gremio magisterial no todos los maestros están de acuerdo en acuerpar la huelga y tampoco quieren seguir apoyando las medidas de hecho, que propone la dirigencia del sindicato, la mayoría está laborando, a pesar de recibir amenazas.
Por otro lado, el Ministerio de Educación ha dado inicio con el proceso administrativo para sancionar a los que han faltado a sus labores, pero, es importante que realmente se considere el costo que tiene esta huelga en la población guatemalteca.
Hay que considerar inicialmente todos los salarios que están devengando los que participan en esta huelga sin estar cumpliendo con su contrato de trabajo, además cuando se jubilen habría que descontar este tiempo no laborado, pero lo más lamentable es el que los estudiantes no están recibiendo clases con regularidad, sino que solamente algunos días por semana.
Hasta el día de hoy se ha perdido más de un mes de clases, por lo que no se ha avanzado en el contenido que se debe de cumplir para aprobar cada año, si los maestros reponen el tiempo perdido tendrían que extender el ciclo escolar hasta diciembre, y si este problema no se resuelve deberán trabajar doble jornada para no reprobar a los estudiantes. Esto es un costo muy elevado porque se está afectando el tiempo de los estudiantes que obligatoriamente tendrán que recibir clases sin la dosificación adecuada de tiempo y esto definitivamente afectará su desarrollo académico, de no terminar la huelga inmediatamente el ciclo escolar abarcará más días incluso del año 2026.

Vilma del Rosario Xicará
Con más de 20 años de experiencia en finanzas, auditoría pública, impuestos y rendición de cuentas. Docente universitaria, Contadora Publica y Auditora, y Dra. en Auditoría Gubernamental y Rendición de Cuentas y Transparencia en la función pública.
A propósito del llamado Bono 14
Usa parte de este ingreso para mejorar tus habilidades o educación. Esto puede abrir nuevas oportunidades en el futuro.
Recibir un salario adicional, ya sea por un bono, un aumento o un ingreso extra, puede ser una gran oportunidad para mejorar tu situación financiera. Aquí hay algunas sugerencias sobre cómo manejarlo sabiamente.
Antes de tomar decisiones, es importante tomarte un momento para agradecer. Reconocer que este ingreso adicional es una bendición puede ayudarte a enfocarte en cómo usarlo de manera responsable.
Determina cuánto de este ingreso extra puedes asignar a diferentes categorías: ahorro, gastos, donaciones, etc. Un buen presupuesto te ayudará a tener un control claro de tus finanzas.
Proverbios 21:5 - "Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡pura pérdida!".
Considera destinar una parte de tu salario adicional a un fondo de emergencia o a ahorros para objetivos a largo plazo, como la compra de una casa o la educación de tus hijos.
Proverbios 6:6-8 "Ve a la hormiga, oh perezoso; mira sus caminos y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su pan y recoge en el tiempo de la siega su comida".
La generosidad es una forma poderosa de usar tus bendiciones. Considera donar una parte a organizaciones benéficas o a personas que lo necesiten.
Usa parte de este ingreso para mejorar tus habilidades o educación. Esto puede abrir nuevas oportunidades en el futuro.
Está bien disfrutar de una parte de este ingreso extra. Sin embargo, es importante hacerlo de manera equilibrada y sin comprometer tus finanzas a largo plazo.
Proverbios 11:28 - "No te sobrecargues de bienes, para que no te falte lo que es necesario".
Recibir un salario adicional es una oportunidad para crecer y contribuir de manera positiva.
Al aplicar estos principios y reflexionar sobre los versículos mencionados, puedes asegurarte de que tu decisión sea sabia y beneficiosa tanto para ti como para los demás.

Edwin Ibarra
Médico Especialista en Cardiología y Ecocardiografía. Coach, conferencista y entrenador certificado por el Programa de John Maxwell, Pastor de la Red de Empresarios y Profesionales de Iglesia Bethania Quetzaltenango. Fundador de los Proyectos “Sanando el Corazón” y “Discipulado Empresarial 20/20”.
OpiniónLiderazgo
¿Por qué es importante el diálogo interno?
Iniciemos esta reflexión semanal, con la pregunta, ¿qué es el diálogo interno?, para comprender con mayor facilidad el contenido de este artículo. Según una publicación de la Inteligencia Artificial, el diálogo interno es la voz que tenemos en la mente, la conversación continua que se mantiene con uno mismo, la forma en que nos hablamos, evaluamos situaciones, procesamos emociones y tomamos decisiones. El diálogo interno no es otra cosa, que hablarse a sí mismo, perdiendo el miedo a la crítica que nos hacemos a nosotros mismos, aunque esta sea incómoda y desagradable, confrontar los propios pensamientos, por negativos que sean. Esto ayudará a superar la costumbre de ignorar los problemas y ayudará a enfrentarlos.
Se entenderá mejor el tema con los siguientes cuestionamientos:
• ¿Qué es el diálogo interno? Es una conversación interna, la voz que comenta las experiencias, emociones y pensamientos.
• ¿Qué influencia tiene? Influye en las acciones y emociones, es decir, en la forma de hablar de sí mismo.
• ¿Cómo afecta? Hablar de uno mismo afecta el estado de ánimo, la autoestima y la forma de afrontar la vida.
• ¿Es positivo o negativo? Es positivo, si el diálogo interno es constructivo, anima y apoya, pero es destructivo, si solo crítica y desmotiva.
• ¿Qué tipo de proceso es? Es un proceso natural. Todas las personas tienen un diálogo interno, aunque a veces no se tenga la conciencia de tenerlo.
• ¿Se puede modificar? Se puede aprender a cultivar un diálogo interno, positivo y saludable, con atención plena y con la práctica.
¿Cuáles son las consecuencias, que se derivan de evitar el diálogo interno?
• Se produce baja autoestima si el diálogo interno es negativo, se menoscaba la confianza en uno mismo y se favorecen sentimientos de insuficiencia.
• Se desarrolla ansiedad y estrés, porque no se enfrenten los problemas efectivamente.
• Resulta difícil la toma de decisiones importantes en la vida. La persona ansiosa de crecer no puede conformarse con esta situación, al contrario, puede promover su diálogo interno y mejorarlo, para lo cual, debería tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:
• Poner en práctica la autocompasión. Es decir, tratarse amablemente a sí mismo y manifestar la comprensión que le tendría a un amigo o amiga.
• Reconocer los pensamientos negativos y desafiarlos, reemplazarlos por pensamientos positivos y realistas.
• Buscar apoyo profesional, porque beneficia.
Se debe poner atención al diálogo interno por los beneficios que reporta:
• Reduce el malestar emocional.
• Contribuye a ganar resistencia emocional.
• Aporta bienestar físico y psicológico.
• Mejora la calidad de vida.
• Potencia la autoestima.
Para concluir: Cuidemos nuestro diálogo interno, acción que nos traerá muchos beneficios.
Laura Ronquillo
Doctora en Salud Mental y Dinámica Humana, con tres maestrías, Licenciada en Pedagogía, Profesora en Enseñanza Media, escritora de temas de educación, salud mental y psicología, y catedrática universitaria.
5 consejos de imagen personal
Algunas veces el reflejo frente al espejo nos juega en contra, los pensamientos negativos y la percepción que tenemos de nosotros mismos a diario pueden variar, dependiendo del estado de ánimo, la rutina y el amor propio que tendríamos que trabajar a diario. La imagen personal es nuestra carta de presentación, son las palabras que no se dicen y tenemos la oportunidad de enfocarnos en diferentes detalles que permitan comunicar personalidad, estilo y encanto. Te comparto los 5 consejos que puedes considerar para este inicio de semana.
1. Un aroma que impacte. El perfume es un accesorio invaluable, habla de ti y genera una buena impresión en tu entorno. Elige un aroma que se vuelva parte de tu personalidad.
2. Si no sabes qué ponerte, usa una base en negro. La trillada frase “no sé qué ponerme” es común y aceptable, pero cuando invada tu mente, recurre a algo práctico, una base en negro (pantalón y blusa, vestido o falda y blusa) que podrás elevar con tus accesorios favoritos.
3. No guardes prendas para ocasiones especiales. Cada día puedes bautizarlo como una ocasión especial, si tu profesión o trabajo permite experimentar con prendas o combinaciones, hazlo. Utiliza un vestido casual, zapatos con estilo, prendas y accesorios que guardas para ciertos eventos, atrévete a usarlos más seguido
4. Invierte en una pijama linda. La razón es sencilla, procura que tu descanso y tiempo para ti, sea algo extraordinario, invierte en prendas de calidad y especialmente que te hagan sentir especial y con estilo.
5. Detalles de personalidad. Los accesorios como joyería te ayudan a elevar tus atuendos, los pañuelos, cinturones y bolsas aportan personalidad, los zapatos y demás detalles completan tu imagen personal como un sello de calidad.
Atrévete a brillar cada día, disfruta del proceso y aprovecha cada oportunidad para mostrar tu mejor versión; recuerda que en los pequeños detalles está, el poder de tu imagen.

Carol Contreras
Coach de Imagen
No de nada por sentado
Por lo general, damos por sentadas todas las cosas, en ocasiones pensamos que no tenemos lo suficiente y necesario para estar bien y siempre estamos en busca de aquello que consideramos importante para sentirnos plenos; ¡error muy grande! Porque de pronto la vida nos arrebata algo que ya teníamos y reconocemos hasta entonces el valor de poseerlo.
Asumir por ejemplo que tenemos todo el tiempo para hacer múltiples cosas, postergamos un te quiero, un gracias, una visita, una caricia, un lo siento para otro momento sin considerar que no tenemos todo el tiempo para hacerlo.
La vida debe visualizarse como un viaje en avión, hoy se está en un lugar y en breve momento se puede estar en otro, muchas veces no apreciamos ni volvemos nuestra mirada hacia la ventanilla para apreciar la hermosa vista y mucho menos nos cercioramos de la maravillosa y milagrosa experiencia del viaje.
Le invito a que cada día valore cada circunstancia que toca a su puerta, no de por sentado los pequeños milagros que suceden a diario y a cada instante.
No postergue acciones o situaciones que debe resolver ahora y que no resolvió en el pasado ni sabe si lo resolverá en el futuro.
Viva a plenitud la vida, porque a diferencia de un viaje en un avión, esta vida tiene un boleto de partida más no boleto de retorno.
Viva agradecido por todo, porque al final en la vida todo tiene sentido.

Silvia Morales Paniagua
Docente de nivel primario y básico con Especialidad en Ciencias Naturales. Licenciada en Administración Educativa y Magíster en Educación Superior.
La mentira terapéutica no existe
No protegemos a nuestros hijos de la verdad.
En cierta ocasión, un niño andaba diciendo que su mamá estaba de viaje, negándose a reconocer que ella había muerto. Los tíos y las tías recordaron que cuando era el velorio, el niño jugaba contento incluso alrededor de la caja. Luego se dieron cuenta de que una tía, cuando lo vio llorar, con tal de evitarle el dolor, le dijo: “Tu mamá está de viaje, vendrá en unos días”. Las intenciones eran buenas, pero el resultado fue, un duelo no resuelto, que se pospuso varios meses.
Hay papás que, con tal de elevarles la autoestima, les dicen a sus hijos que son los mejores en un deporte, que son los más bellos, los más inteligentes de la escuela. Pero cuando hay un concurso, una selección, no los eligen a ellos, entonces se enfrentan a la cruda verdad, que no es tan cruda, pero la mentira les hizo ver la realidad así.
Hay madres que, cuando ven que su pequeño tiene miedo, les dicen: “Yo siempre estaré contigo…” ¿Siempre? Ella no sabe qué puede deparar el tiempo. Y si no logra cumplir, que es lo más probable, de niño, joven o adulto se desmoronará, porque creyó en una promesa falsa, aunque compasiva, terminó causando doble dolor.
Hay padres adoptivos que le esconden al niño que es adoptado, y resulta que alguien enojado fuera de la familia se los grita. Entonces, por querer protegerlo o por no hacerse responsable de lo que les tocaba decir, recibe groseramente la verdad, de alguien inapropiado.
Cuando al niño le van a poner una vacuna, hemos escuchado a las madres decir: “No te va a doler”, en lugar de invitarlo a comportarse valiente. O cuando se golpean, les dicen: “No llores, no te dolió”. O cuando fracasan: “No pasa nada”. Los niños no son tontos, al principio confían, pero las mentiras piadosas les hacen desconfiados, rebeldes y amargados.
Los padres se creen muy astutos, pero los niños llegan a superarlos. Los padres le empujan a encontrar refugio en negar la realidad. Pero si esto se convierte en un hábito, resulta que entran en un ciclo vicioso de que luego es difícil salir. De adultos es posible que se refugien en drogas, porque quieren huir de la realidad, de los problemas a resolver, de las responsabilidades. Usted puede escucharlos decir: “Yo cuando quiera dejo de tomar licor”. Es evidente que están en negación.
Luego hay adultos que se pasan la vida creyendo en esperanzas falsas, pensando que así la vida es más aguantable. Hay familiares que se enteran de que al abuelo le quedan pocos días de vida y se lo ocultan diciéndole que se repondrá. ¿A usted le gustaría que le dijeran la verdad? ¿O prefiere una mentira terapéutica que le levante el ánimo? ¿O prefiere vivenciar los últimos días y encarar la muerte conscientemente?
Así es que, si tiene que decirle a un niño una verdad dolorosa, en lugar de pensar en el “cuándo”, que es lo más inmediato posible, es mejor pensar en el “quién” es el responsable de decírselo, el “cómo” se le dice y “quiénes” le acompañarán posteriormente. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “El desengaño es tan duro como saludable”.

Oswaldo Soto
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental.