Cada quien evaluará el año que está por fenecer -2020-, de acuerdo a su experiencia propia o de acuerdo a lo vivido por su más cercano pariente o amistad, pero, lo que sí es cierto, fue un año totalmente atípico en todo el mundo, debido a la enfermedad llamada Coronavirus, el que más tarde se convirtió en pandemia –COVID 19-.
A mucha gente le tocó muy fuerte, conozco a personas que perdieron a más de un ser querido y lo más trágico -sentimentalmente hablando-, no pudieron darle a su ser querido un último abrazo, un último beso, un adiós de frente, una despedida humana como estábamos acostumbrados; sepelios realizados por la tarde/noche, otros, en la total oscuridad de la noche o de la madruga, en fin, sepelios nunca antes visto, donde únicamente el equipo de reacción inmediata –ERI-, hizo todo el trabajo que antes solíamos hacer en familia, en comunidad, en solidaridad. Antes de COVID-19, no importaba si la familia era muy humilde y de escasos recursos, siempre se convidaba una refacción, una cena, un desayuno, en 2020, en tiempos de pandemia, la familia con recursos económicos holgados, ha visto cómo su ser querido ha sido sepultado en soledad, casi en el anonimato.
Otros perdieron su patrimonio de toda una vida, otros perdieron empleos o perdieron la oportunidad de ver crecer su capital, sin embargo, creo yo, estas personas son dichosas porque, están contando su historia, su experiencia, es decir, están con vida, y mientras hay vida hay esperanza.
Otros, mucho más afortunados, estamos con bien, estamos produciendo y generando en la medida de nuestras posibilidades y muy a pesar de las adversidades del sistema de gobierno, estamos llevando el sustento diario para nuestras familias, usted y yo, hemos salido a la calle y hemos regresado con bien, reitero, gracias a Dios, usted está leyendo lo que yo estoy escribiendo. A eso, yo le llamo bendición y debo citar textualmente lo siguiente: “No es del quien quiere ni del quien corre, sino de Dios que tiene misericordia”. Carta de Pablo a los romanos Capítulo 9 versículo 16.
Sin duda, Dios, Ser Supremo, Ajaw, Jehová o como usted quiera llamarle, nos está hablando y nos está hablando desde su particular forma de comunicarse con su creación, ojalá podamos entender su lenguaje y reflexionar al respecto.
Como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, es preciso señalar y resaltar que, COVID-19 nos hizo reaccionar y pensar casi sobre la marcha, cómo enfrentarlo y menguar su contagio y efectos, me refiero sobre todo a las actividades mercantiles y educativas, la tecnología se consolidó al darnos un aporte fundamental para seguir en nuestras actividades, reitero, sobre todo, educativas y de servicios profesionales. Muchas empresas se adhirieron al sistema de teletrabajo, y todo el sistema educativo se vio forzado a realizar las actividades en línea, se consolidaron las aplicaciones de ZOOM, MEET, ANYDESK, etc., el sistema gubernamental, ni hablar, fue un año donde la educación primaria se detuvo o quizá retrocedió, de eso, no hay ninguna duda, volvimos a quedar en rezago y esto costará años recuperarnos, desde luego, al sistema corrupto, le conviene, porque un pueblo sin educación, es fácil su manipulación.
Algo sumamente gratificante e inverosímil que pudimos observar, es que, no fue la ciudadanía de a pie, esa que vive del día a día, la que salió a robar a los supermercados, fue el político barato y algunos empresarios criminales, quienes se aprovecharon de la pandemia, para repartirse los miles de millones de quetzales que Giammattei les puso en bandeja. Por eso, seguiremos preguntando ¿Dónde está el dinero?
El año 2021, definitivamente será crucial para los que aspiramos una patria más digna y solidaria para con los más desposeídos, y eso, solo se logrará luchando a brazo partido con los atributos de RESPONSABILIDAD, RESPETO Y HONRADEZ.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.