Por Edwin Ibarra / DISCIPULADO EMPRESARIAL 20/20
Hay actividades diarias que requieren de nuestra energía para alcanzar las elevadas metas propuestas. Muchas veces dedicamos mucha energía a actividades que no tendrán impacto en lo que pretendemos lograr. Tenemos la tendencia a querer controlar todo.
Un buen ejemplo de lo que debemos hacer está en los deportistas de alto nivel, quienes controlan lo que pueden controlar. Nuestra energía diaria es finita y esa es una poderosa razón por la cual no debemos desperdiciar energía en lo que no podemos controlar.
¿Cuáles son las cosas que sí podemos controlar?
Tú mismo (Dominio propio)
El Apóstol Pablo lo menciona en “2 Timoteo 1:7 Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Significa gobernarse así mismo. La capacidad de decir No, cuando es necesario. Acá es elemental un carácter fuerte. Con raíces. Con valores. Con principios eternos.
La lengua
Es pequeña. Móvil. Sujeta a los pensamientos y creencias internas. Su actuar depende de tu interior. Mal dirigida hace daño en distintos ámbitos. Destruye una reputación. Separa matrimonios. Permite peleas entre amigos. Aleja a la familia. Pero también puede sanar. Una palabra bien dicha, tranquiliza el alma. Puede traer esperanza al enfermo. Expresa amor. Es como agua fresca en verano si el dueño de la misma la usa para bendecir (Bien decir) ¿Cuál vertiente escogerás? Proverbios nos recuerda que el poder de la vida y de la muerte están en la lengua.
Tus Ojos: Tu mirada
Job 31:1 “Yo había convenido con mis ojos no mirar con lujuria a ninguna mujer”
Vivimos en un mundo muy excitado visualmente. Los celulares con sus respectivas aplicaciones han hecho de nuestros ojos un receptáculo de imágenes y emociones, que una vez en mi cerebro, ejercen una función sobre mi voluntad y por ende en mis actos. Necesitamos candados electrónicos visuales para filtrar lo que nuestra mirada llevará al cerebro y su ruta a la acción.
Mi Actitud
No puedo ejercer presión efectiva sobre el comportamiento de otros. Pero tengo una influencia total sobre lo que decido sobre mí. La actitud es una competencia blanda que define mi futuro cercano y lejano. Transforma el ambiente laboral, para bien o para mal. Un estudio de Dale Carnegie dice que el 15% del éxito de un profesional depende de su preparación técnica y que un 85% le compete a la actitud.
Es imposible controlar todo, todo el día. Pero si puedo controlar lo que tengo dentro de mi.