La década de 1960 llegaba al municipio de Salcajá, Quetzaltenango, Guatemala, dominado entonces, como en el resto del Altiplano, por grandes y dorados campos de trigo. Esas interminables tierras habían movido la economía de sus habitantes durante décadas. En uno de ellos, el Huerto San Patricio en la aldea Santa Rita, un apasionado pomólogo estaba en la búsqueda extraordinaria de la invención, haciendo algo que nunca nadie había hecho en su comunidad: Crear o descubrir un nuevo sabor que naciera propio de la tierra, tras ser moldeado por la intervención humana.
Se trataba de Oscar Eduardo Ovalle Soto, quien aprendió durante sus estudios en Washington, Estados Unidos, los secretos y la metodología de la Pomología que le permitieron manejar con paciencia cosas que Dios coloca sobre el mundo. En su caso, las frutas de hueso y los deciduos.
Su hijo, Juan Manuel Ovalle, narra que aquella proeza le llevó alrededor de 15 años, con sus noches y sus días, verla concluida. «Consistía en cruzar especies de esta fruta cultivada en Estados Unidos con las que se degustan en Guatemala desde los tiempos de la colonia», cuenta. Aunque hubo fracasos en su camino, la fruta elegida fue el melocotón y su nombre perdura con el arribo del futuro: «Variedad Salcajá».
Uno de actuales productores del Melocotón Variedad Salcajá, el agrónomo Rolando De León, detalla que, para lograr su hazaña, Ovalle realizó múltiples cruzas genéticas valiéndose de la experimentación de variables como la dulzura de la fruta, su resistencia, la durabilidad de su anaquel y su tiempo de desarrollo. La recompensa por su pasión vendría con el tiempo: “Es de pulpa consistente, de alta dulzura, cuyos grados Brix (BX) llegan hasta 15 y 16, lo que la hace más apetecible”, confiesa.
Durante la segunda mitad del Siglo XX, Guatemala tenía en vigor la Ley de Creación de la Gremial Nacional de Trigueros, la cual establecía al sector harinero la obligación de adquirir trigo de productores locales (previo a importar) a precios que permitían, por lo menos, la sustentabilidad de las cosechas.
Desde los 70 hasta los 90, esta producción experimentó crecimiento “debido a que el trigo es de origen desértico y tiene raíces poco exigentes que no necesitan más de 10 centímetros de profundidad. Es un cultivo apto para las condiciones más limitantes que surjan, como las del Altiplano de Guatemala”, dice Rolando De León, quien agrega que la producción anual llegó incluso hasta 100 mil toneladas.
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Sin embargo, esa obligación del gobierno incluida en el Decreto 1490 del Congreso de la República, fue derogada abruptamente en 1997 y cayó por sorpresa para los agricultores.
“Esto provocó la peor crisis económica del Altiplano, ya que el sector harinero ya no tenía la obligación de comprar el trigo nacional y compraba trigo extranjero, subsidiado. El gobierno no propuso alternativas para los agricultores. Fueron alrededor de 300 mil familias afectadas que dependían directa e indirectamente del cultivo. Muchos tuvieron que migrar”, recuerda Rolando De León, quien también produjo trigo.
Agrega De León que cultivar las hortalizas era solo posible en algunos pueblos de Quetzaltenango como Almolonga y el maíz generaba poca rentabilidad. Fue en ese contexto, cuando la Variedad Salcajá del melocotón, ya era conocida por su inexplicable sabor.
Fue por aquellos tiempos, los de los 90, cuando ante los desafíos económicos que surgían para sus familias, productores comienzan a catalogar la Variedad Salcajá como una nueva oportunidad para llenar de esperanza sus desolados campos. Un grupo de no más de 10 entusiastas, se une para crear la Asociación de Fruticultores Agrupados de Occidente (Frutagru) la cual se presenta como no lucrativa, con la misión de “ofrecer alternativas de cultivo a los agricultores del Altiplano de Guatemala propiciando el desarrollo agroindustrial del país”.
Es en 1996 cuando es fundada la Asociación Nacional de Productores de Frutales Deciduos (ANAPDE) en el occidente de Guatemala para albergar a Frutagru y luego expandirse a otras tres regiones de Guatemala con la misma misión.
Frutagru es hoy un centro de acopio que se encuentra en el kilómetro 189.5 de la carretera Interamericana de Guatemala, en el municipio de San Cristóbal Totonicapán, y alberga la producción de fruticultores principalmente de Quetzaltenango, Totonicapán y parte de San Marcos con la intención de comercializarla.
Lo que ofrece Frutagru a los productores que se asocian es la clasificación del Melocotón Variedad Salcajá separando el calibre de la fruta por su tamaño: Súper, grande, mediano, pequeño, canica y pepita, mientras se aleja la de descarte y la podrida, según explica su administrador Diego Ordoñez.
Las instalaciones efectivamente tienen el aroma dulce de una fruta, pero hay algo especial en ese olor, que parece amalgamar el espíritu con la pulpa del melocotón. Una variedad jugosa que es capaz de regarse sobre la ropa si uno no tiene cuidado de morderla.
“Luego de generar el corte de la fruta en su huerto, el productor la trae al centro de acopio, se procede a descargar la fruta, se pesa y entra a la banda clasificadora”, detalla Ordoñez.
ANAPDE ESTA PRESENTE EN CUATRO REGIONES DE GUATEMALA
AFRUJAL: Región oriente
FRUTASA: Región centro
ANAPDERCH: Región Noroccidente
FRUTAGRU: Región Occidente
“Somos responsables de normas de inocuidad tanto en el campo como en el centro de acopio”, asegura el gerente de la ANAPDE, Armando Hernández, mientras un lote de canastas con Melocotón Salcajá entra al lugar y alrededor de diez trabajadoras comienzan a colocarse redecillas, delantales y guantes para comenzar la clasificación durante este agradable mes de septiembre de 2023. Será uno de los últimos procesos de clasificación del año debido a que la temporada terminará pronto.
Según Hernández, Frutagru se preocupa de que los melocotones lleguen al centro de acopio con limpieza y sanidad, principalmente porque el producto será ingerido. “Aquí dentro de la planta también se tienen en cuenta medidas de buenas prácticas de manufactura, para luego, al momento del clasificado llegue a la mesa del consumidor sin ningún problema”, explica.
Además, los socios pueden tener acceso a créditos con el beneficio de no pagar intereses para abastecerse de plaguicidas e insecticidas a precios más bajos que los del mercado. El capital otorgado puede ser pagado cuando la cosecha termine.
“Tenemos 63 socios directos (pronto serán 82 con el ingreso de nuevos productores) y 343 indirectos de la región de Occidente”, informa Ordoñez mientras da un recorrido por el centro de acopio asegurando que la clasificación cumple con programas fitosanitarios que permiten la calidad del producto que pronto llegará a las mesas de los comensales locales, visitantes y extranjeros.
Ser socio directo también requiere compromisos, ya que deben participar con rigurosidad en las actividades de Frutagru. Se les sugiere la venta exclusiva. En cambio, los indirectos pueden participar de forma alternada.
La nutricionista Carmen Ruíz pertenece a una familia de Salcajá que se ha dedicado por más de 18 años a producir Melocotón Variedad Salcajá en su huerto. La profesional concuerda que la dulzura de esta fruta es de mayor intensidad, además de que contiene vitamina A y C. Detalla también que ayuda a prevenir el colesterol y cuida la salud de la visión. “Se recomienda consumirla por la mañana, junto al desayuno por la cantidad de carbohidratos que aporta. Proporciona energía”; explica.
Ruíz dice que la variedad también ayuda a prevenir las enfermedades renales y la neurosis. La recomienda consumir junto a ensaladas de espinacas o junto a un yogur natural. “También se pueden realizar mermeladas para pacientes diabéticos o gelatina», dice. Confiesa también que, con un buen cuidado en el huerto, la venta de este melocotón es rentable y sostiene a familias productoras.
Juan Manuel Hernández, vicepresidente de la junta directiva de Frutagru, anunció que socios exportaban sus primeros 75 quintales de melocotón Variedad Salcajá de los municipios de Cantel y Salcajá (Quetzaltenango) a la ciudad de Tapachula, Chiapas, México, el reciente 18 de septiembre de 2023. Con ilusión augura que, en 2024, cuando llegue de nuevo el tiempo de cosecha, esperan exportar más de 5 mil quintales, lo que representaría alrededor de U$3.5 millones (alrededor de Q27 millones 586 mil 620).
Para Armando Hernández, se trata de un logro significativo gracias a un protocolo que logró demostrar que esta fruta está libre de la mosca del mediterráneo. “Es una plaga que ha generado cuarentenas en las plantaciones y es una barrera fitosanitaria. Se declara una zona libre, el siguiente paso será unir a productores del departamento de Totonicapán», anuncia.
Por su parte, el gobierno de Guatemala, a través del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) asegura con su director de Sanidad Vegetal, Jorge Gómez, que los departamentos de Quetzaltenango, Totonicapán y Sololá representan 71 mil hectáreas libres de la mosca del mediterráneo, que no solo abre espacio a la variedad Salcajá, sino a otros alimentos, como la manzana y la ciruela, para que iniciar el proceso de exportación.
El productor Rolando De León cuenta que la cosecha se adelantó en este 2023 por variantes en el clima. Ya se encuentra en un 99 por ciento y tiene esperanza de que vaya mejor en el 2024.
Ahora, Juan Manuel Ovalle sigue los pasos que inició su padre hace más de 60 años. Es un ingeniero agrónomo, dirige el huerto San Patricio y ocupa el cargo de presidente de la junta directiva de Frutagru. Recuerda a su papá como un hombre de mucho trabajo y visionario, mientras presenta a su madre: Anabella Gatica de Ovalle, quien estuvo casada durante 58 años con Oscar Ovalle hasta su fallecimiento el 13 de octubre de 2021.
“Lo mejor que Dios me pudo haber dado: como padre, como esposo y como amigo; era un hombre maravilloso”, reflexiona Anabella, recordando con los ojos brillantes que, también, fue un hombre que durante sus primeros días de matrimonio dividía su tiempo entre su recién iniciada familia y su búsqueda por el nuevo sabor que ha conquistado a miles.
Quizás sin saberlo, aquella época fue el surgimiento de una idea, ahora tangible y deliciosa, que sostiene familias, representa a una comunidad y que ya ha tocado tierras extranjeras. Como si un nuevo principio, a penas, estuviera comenzando a ocurrir.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).