Los 19 hermanos migrantes guatemaltecos masacrados y luego calcinados en el municipio de Camargo en el estado de Tamaulipas, México, ponen el dedo en la llaga de este espinoso tema.
En primer lugar, nuestra solidaridad con las familias, entre ellas, once del municipio de Comitancillo, San Marcos, una región con extrema pobreza y por ello los vecinos abandonan sus hogares y se lanzan a la ruleta de la muerte.
Cuando se comenzó a escuchar de los “mojados” y “coyotes” viajar al Norte significaba Q20 mil, luego pasó a Q30 mil, pero en los 90s el cobro por llevar a cada persona era de Q40 mil. Los que se van casi no hablan del tema y menos sus familias, solo saben que se quedan con una gran deuda, generalmente no con el banco o una cooperativa, sino que con los prestamistas del pueblo, quienes en dos o cuatro años triplican o cuadriplican el capital con los intereses desmedidos.
Después del año 2000, el costo ya iba por los Q80 mil el viaje. Y aún así no todo estaba garantizado, porque al salir tienen que dar el 50 o 70% y cuando el hijo o familiar confirma que llegó, se entrega la otra parte. Muchos no llegan y pierden ese anticipo, por los “gastos” les dicen.
Lo desmedido de los “coyotes”, traficantes de humanos, es que ya para este 2021, por el viaje cobran Q110 mil, según confirmaron las familias en luto en Comitancillo.
Sin garantía de nada, menos seguridad de vida. Esos Q110 mil representan unos 36 salarios mínimos en Guatemala, tres años. Los “coyotes” se aprovechan de la gran necesidad de las personas de viajar por un futuro mejor.
Ninguna garantía les dejan, más que la posibilidad remota de llegar a Estados Unidos. Esta vez se toparon con la muerte, por la relación que tienen los coyotes con el crimen organizado y los grupos de narcotraficantes.
Según el testimonio de un migrante que logró llegar, en el trayecto les dan “un encargo”, es decir, un paquete que deben entregar del otro lado. Lo que significa que los hermanos guatemaltecos sirven como transporte humano de la droga y en fuego cruzado son la cuerda más débil.
A pesar de esta amarga experiencia, seguirán saliendo grupos con el anhelo de llegar al Norte, porque es más fuerte la necesidad que el miedo.
El Estado de Guatemala tienen mucho por hacer, generar oportunidades para que los hombres y mujeres tengan una vida digna en su patria y no sigan viajando a un costo elevadísimo como su riesgo.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación. CEO de La Voz de Xela, conferencista nacional e internacional y profesor universitario.