Imagina por un momento que puedes saber qué hora es, con sus minutos y quizá con sus segundos, sin necesidad de ver el reloj, en cualquier momento del día, desde que te levantas. A partir de esta idea, surge una realidad posible: nunca más, o casi nunca, necesitarás utilizar un artefacto para medir el transcurso de la vida.
Esta idea puede parecer poco convencional e incluso absurda, pero en ella se oculta un proceso primitivo del cual el ser humano ha aprendido a dominar los conceptos de espacio y tiempo: la intuición.
La intuición es una facultad que no es externa a nosotros, no proviene de fuentes fuera de nosotros. No la adquirimos a través de los sentidos del gusto, el tacto, el olfato, la vista o el oído. Nace dentro de nosotros, generando una armonía con el tiempo que nos ayuda a evitar estados como la preocupación, el estrés y la ansiedad.
Puede ser que la intuición no se trate de saber la hora exacta en términos de medición humana, sino de tener una relación más cercana con el presente, de tener una estimación del proceso de la vida misma, de una manera tan natural que nos permita ver el reloj no como un enemigo, sino como un aliado.
Hay un ejercicio interesante para comenzar a desarrollar ese contacto con la intuición. Durante los próximos días, puedes realizarlo tantas veces como sea posible. Antes de mirar el reloj, pregúntate: ¿qué hora es exactamente?
Sin analizarlo, simplemente llega a un número: 3:15; 7:18 o 9:24, por ejemplo. Es muy importante no tratar de calcular cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que miraste el reloj. La respuesta correcta es la que primero viene a la mente, no la segunda ni la tercera, sino la primera, la cual refleja la verdadera naturaleza de la intuición.
Quizás al principio no aciertes, pero con el tiempo comenzarás a desarrollar una relación más estrecha con el concepto del tiempo en la vida humana, hasta que podrás saber, por intuición, la hora que es en el ahora, hasta que sientas, también por intuición, que es el momento adecuado: el presente.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).