Leonardo Gómez es un ejemplo de la resiliencia en los guatemaltecos. Durante 45 años ha vendido helados desplazándose sobre una bicicleta para llegar a más lugares, en menor tiempo y sin aumentar costos.
Este vehículo de dos ruedas fue modificado para poder cargar con el producto, una innovación en su época de inicio, porque su progenitor y compañía siempre vendieron en carreta.
En bici puede llegar a más personas, principalmente niños, quienes se muestran contentos y le transmiten esa felicidad. Aunque, efectivamente, su objetivo es la remuneración económica, las sonrisas de los pequeños son para él como los aplausos para los artistas.
Desde la madrugada se levanta a preparar el helado, con la receta de Antigua Guatemala, que ha caracterizado a este postre nacional, la cual aprendió de su padre. Entre la mayoría de sus anécdotas están los reencuentros con personas que se fueron más de una década a Estados Unidos, pero disfrutaron sus helados durante la niñez y adolescencia.
Don Leonardo ha superado todo tipo de obstáculos con su bicicleta, pero esta no ha dejado de rodar para llevar helados a los niños y sedientos.Para don Leonardo, de 69 años, no hay temporada buena, tampoco mala. Gracias a su amplia clientela ganada a puro pedalazo durante cuatro décadas: llueva, truene, relampaguee o haya sol, siempre vende sus helados.