Repudio, tristeza, desconsuelo y exigencias de justicia han externado los pobladores de Salcajá, Quetzaltenango, tras el asesinato de Marta Estrada, de 71 años, quien anoche fue hallada con señales de violencia dentro de su vivienda ubicada en la 3a avenida y 6a calle de la zona 1 salcajense.
Doña «Martita» como era llamada cariñosamente por sus amigos y vecinos vivía sola en el inmueble desde la muerte de sus padres y era soltera, por lo cual se dedicaba a la venta de tamales de masa, paches, cambrayes y chuchitos para sobrevivir.
Su única compañía era su mascota, un gato al cual llamaba «Mau», la cual fue testigo de su crimen.
Residentes comentaron que ella vendía sus productos cada fin de semana y atendía encargos, sin embargo, ayer al ver que no respondía a los llamados a su puerta decidieron observar por una de las paredes y en ese momento descubrieron la escena de su asesinato. La abuela se encontraba amordazada y atada de pies y manos con señales de violencia.
Odia de Escobar, quien la conocía desde hace más de 40 años, comentó que era una persona trabajadora, amable, respetuosa y devota católica.
María de León, residente, dijo que le compraba paches y tamales de masa y le pareció extraño que no saliera cuando llegó a buscarla a su residencia para recoger su encargo porque se caracterizaba por cumplirle a su clientela.
«Su crimen nos duele porque ella no le hacía daño a nadie y no merecía que le hicieran eso. Debido a que vivía sola llegaba a mi casa a convivir con migo y mis hijas. Exigimos justicia y que su muerte no quede impune», agregó.
Susy Escobar, amiga de la víctima, refirió que era una persona devota católica y veneraba a la imagen del Cristo Negro de Esquipulas.
El Ministerio Público no brindó declaraciones sobre el caso, no obstante, sus amigos y vecinos creen que se trató de un robo porque la puerta trasera de su casa fue violentada.