El cementerio general de Xela, zona 1, es un lugar marcado por la historia, el misterio, las leyendas y los paisajes.
Sin embargo, existe una tumba poco conocida pero igual de importante como la de Vanushca, «la gitana que murió por amor». El nicho construido a base de piedra y registrado con el número 53 se encuentra ubicado en la 27 avenida de la calle principal y pertenece al niño José Florencio, quien nació en 1891 y murió en 1893.
Desde hace seis años don Pablo Juárez se ha convertido en el guardián de la tumba por encargo de la familia del niño y por sentir un apego especial hacia él.
Juárez explicó que, según la leyenda, el infante murió trágicamente hace 125 años en su cama cuando ingirió accidentalmente una caja de cerillos y que su madre afectada por lo sucedido no se resignó a aceptar su fallecimiento pensando que solo estaba dormido y lo envolvió en vendajes especiales para tratar de volverlo a la vida, sin embargo, al no lograrlo se vio obligada a sepultarlo.
«Por esa razón se le conoce como el niño dormido. Muchas personas cuentan que a eso de la media noche se le ve al niño jugando afuera de su nicho», expresó Juárez.
En el interior del nicho se encuentra una imagen de José en relieve, la cual está adornada con varios juguetes que le obsequian las personas que lo visitan constantemente.
Actualmente sus seres queridos residen en México, sin embargo, confiaron su resguardo a don Pablo quien limpia el nicho, y le coloca agua y flores.
«Paso aquí la mayor parte del tiempo porque no quiero que malhechores vengan a dañar la tumba o a robarse las cosas», agregó.
«A pesar de que no lo conocí en vida le he tomado un cariño especial al niño. Cuando vengo al cementerio a trabajar siempre rezo y le pido a José que me guarde cada día», dijo.