La ciudadana quetzalteca Edna Elizabeth Sac López de Chanax, de 59 años, rompe con el estereotipo de una madre tradicional. Ella, contrario a la mayoría de mujeres, se desempeña como marmolera, en una labor que es poco común en el género femenino.
El cincel, martillo y mármol se han convertido en sus herramientas y materia prima, con los cuales fabrica arte para los muertos.
Sac comenta que se inició en este oficio tras la muerte de su esposo, hace 26 años, ya que él era quien atendía la mamolería.
«En ese entonces no sabía nada sobre marmolería, sin embargo, debía hacerme cargo del negocio para sacar adelante a mis hijos», agrega.
Añade que empezó a aprender el arte junto a su hermano, pero, años después tras la muerte de él, volvió a quedarse sola al frente del negocio.
Con el paso de los años fue perfeccionando su arte y eso le valió la preferencia de la clientela.
«El proceso para fabricar lápidas inicia con la elaboración del diseño en papel, después el diseño se pasa a la mesa de trabajo, donde se plasma en el mármol, luego se agregan, por medio del tallado, las leyendas de los difuntos, y por último cada lápida se pone a la venta. Todo el proceso lo hago de manera artesanal, porque me gusta que todo salga bien hecho», expresa.
Con el paso de los años, doña Edna ha logrado posicionarse en el mercado mortuorio. La mayoría de su trabajo se encuentra en los cementerios generales de Xela, Olintepeque, Huehuetenango, Salcajá y Totonicapán.
Jairo Soto, cliente, menciona que es admirable ver la dedicación con la cual doña Edna fabrica cada lápida.
Everilda de León, dueña de un negocio cercano, opinó, «a pesar de ser una mujer viuda, ella aprendió a tallar el mármol y sacó adelante a sus hijos, es una persona digna de admirar».
«Muchos me dicen que este trabajo no es para una mujer, pero yo les digo que lo hago con alegría y esmero», manifiesta doña Edna mientras sonríe.
Es propietaria de la marmolería «Rosario», ubicada en la 4a. calle de El Calvario, zona 1 de la ciudad altense.