47 años han pasado desde el trágico terremoto del 4 de febrero de 1976 en Guatemala, el cual fue de una magnitud de 7.5 grados y que causó la muerte de 23 mil personas, heridas en 76 mil 504 ciudadanos y dejó a más de 1 millón de connacionales afectados.
Miguel Ángel Mejía, de 61 años, recuerda la madrugada del 4 de febrero de 1976 cuando todo comenzó a moverse, las paredes y el techo a tronar. Con 14 años y 5 meses, él describe su experiencia como una pesadilla en donde por los movimientos se caía a cada rato hasta que junto a su familia optaron por sentarse con una manta encima hasta que amaneciera. Al otro día, a través de un radio con baterías, escucharon noticias sobre la cantidad de muertes en varios lugares, incluyendo Chimaltenango y Xela. Los temblores continuaron por varios días más, lo que dejó un impacto traumático en la gente.
Siomina Álvarez comenta que en ese momento todos corrían, porque las paredes podrían derrumbarse en cualquier momento. La gente hacía champitas para calmarse y por eso hay una canción llamada «Las Champas». Había muertos por todas partes y familias enteras perdieron la vida.
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